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Llegaron los pingüinos de Compostela al Museo de Arte de Ponce

pinguinos de Compostela

Una escultura en mármol y doce tallas de pingüinos del escultor español Francisco Vázquez Díaz, mejor conocido como Compostela, se unieron a la colección permanente del Museo de Arte de Ponce como parte de una donación que hizo la sucesión del artista. La exposición se extenderá hasta el 22 de abril de 2019.

La directora ejecutiva del Museo, Alejandra Peña Gutiérrez, comentó que la institución cuenta con varios bustos de Compostela y que la donación complementa la representación del artista y engrosa la colección de arte del siglo XX. “La obra artística de pingüinos de Compostela se convirtió en un legado y fue deseo del artista donar una pequeña parte al Museo de Arte de Ponce, que con gratitud y orgullo aceptamos. Agradecemos a la sucesión por confiarnos este importante patrimonio artístico”, sostuvo la Directora.

Las hijas del artista, Carmen Vázquez Arce y María Consuelo Vázquez Arce estuvieron presente en la actividad de preapertura llevada a cabo el pasado sábado y expresaron su satisfacción. “Sentimos una inmensa alegría al ver las piezas de nuestro padre en esta exposición. Agradecemos a la Institución por aceptar la donación y estamos seguras que los pingüinos tendrán una feliz estadía en el Museo de Arte de Ponce”, compartió María Consuelo, hija de Compostela.

Compostela se desarrolló como escultor animalista y en la década de 1930 define su afinidad por un animal en particular: el pingüino. La novela satírica del francés Anatole France, La isla de los pingüinos (1908), sirvió como fuente de inspiración para personificar a estos animales. Compostela otorga a sus esculturas diferentes personalidades y actividades humanas.

“Las tallas de pingüinos, que era el trabajo personal y privado del escultor, se convirtieron en su obra más significativa. Compostela expresó en una entrevista que en los pingüinos encontró su expresión de la escultura”, compartió Helena Gómez de Córdoba, curadora asociada del Museo. El artista creó su primer pingüino en 1927 pero fue en Puerto Rico que crece su producción usando maderas locales como el aceitillo o la caoba. Aunque las presentaba en exposiciones, normalmente agrupadas por temas, no estaban a la venta.

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