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Antiguo Acueducto: donde el río Piedras, la comunidad y la historia convergen

(Esta es la primera de dos entregas sobre el Antiguo Acueducto del río Piedras)

Enmarcado en un bosque ribereño y hábitat de gran diversidad biológica, el Área Natural Protegida (ANP) Antiguo Acueducto del río Piedras (AArP), es un enclave de sosiego en medio del bullicio metropolitano; es símbolo también del desarrollo de San Juan y sus comunidades, que sentaron sus bases tomando como punto de partida la cuenca del único río que transcurre por la ciudad.

Esta área natural protegida alberga el último meandro natural del río Piedras (altamente impactado por las actividades antropogénicas de su entorno metropolitano, urbano y suburbano) y es parte del Corredor Ecológico sanjuanero, importante bosque urbano de la Zona Metropolitana y de la cuenca del Estuario de la Bahía de San Juan.

Edwin Figueroa, superintendente de la Región Metro-Centro, describió al AArP como “el espacio donde le damos una ventana al único río de la ciudad: el río Piedras. Usualmente, personas, incluso residentes de San Juan, lo transitan por encima de puentes todos los días y no tienen la constancia de que ese es el río Piedras… ¡un río vivo!”.

En este sitio histórico se aspira a conectar el hábitat y la cultura a través del paisaje; conservar y manejar el hábitat para especies de interés de conservación; preservar y restaurar el patrimonio edificado; asegurar los servicios de los ecosistemas (provisión de agua, biodiversidad y bosque urbano); proveer espacios para el disfrute de la naturaleza y albergar y potenciar investigaciones universitarias, profesionales y ciudadanas. Todo esto, de la mano de las comunidades que residen y llevan a cabo sus actividades en la ribera, las cuales han asumido colectivamente la responsabilidad social y conservacionista de restaurarlo, desarrollando de esta forma, una cultura de activismo de respeto y sensibilidad hacia los ríos urbanos.

Estas iniciativas han requerido la unión de esfuerzos y el trabajo colaborativo. Para la Naturaleza y el equipo de AArP se han dedicado a enaltecer, proteger y conservar los restos históricos de lo que fue un vital acueducto, que proveyó agua potable a San Juan por más de 80 años y que dejó de utilizarse para la década de 1980, quedando en el abandono.

Bajo la iniciativa del historiador y planificador Dr. Aníbal Sepúlveda, la Universidad de Puerto Rico (UPR) y la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA), se adoptó la propuesta de recuperar y restaurar el conjunto histórico del AArP, proyecto al cual se sumó el Fideicomiso de Conservación de Puerto Rico (FCPR) y su unidad Para la Naturaleza, organización que asumió las responsabilidades de su manejo, restauración y conservación.

De este modo, nueve de las 24 cuerdas que comprenden el espacio pasaron a ser un área natural protegida. A partir de entonces, comenzaron los procesos formales para manejar espacios con fines de conservación, los cuales incluyen evaluación ecológica, revisión de escrituras, mensura, revisión y preparación de planos e informes de valoración, entre otros.

El acueducto está compuesto por una pequeña represa, un cuarto de válvulas, seis tanques de sedimentación y de filtración, un cuarto de máquinas y depósito de carbón, y una casa de empleados. Este conjunto histórico forma parte del Registro Nacional de Lugares Históricos (NRHP, por sus siglas en inglés) desde 2007 y fue designado en 2014 por el Fideicomiso Nacional para la Preservación Histórica (NTHP, por sus siglas en inglés) como un Tesoro Nacional. Con esto, se logró proteger al único meandro del río Piedras, que entonces obtuvo valor y protección internacional ante los planes de canalización del Cuerpo de Ingenieros de los Estados Unidos (USACE).

Muchas personas llegan hasta el Antiguo Acueducto del río Piedras para disfrutar de sus espacios verdes, ya sea para caminar, observar el paisaje, leer, meditar, realizar recorridos interpretativos, entre otras actividades.

Un espacio de todos

El AArP es un espacio abierto de reunión y de conexión para las comunidades. Paola Santiago, coordinadora de interpretación de la Región Metro-Centro, explicó que se le brinda acompañamiento a “comunidades geográficas, como, por ejemplo, Buen Consejo, Reparto Metropolitano, Villa Nevárez y University Gardens”, entre otras. “También acompañamos a grupos comunitarios que no necesariamente están tan cerca, pero tienen alguna colaboración con nosotros y con los centros resilientes que Para la Naturaleza apoya y que están dentro de nuestra región”, agregó.

Por su parte, Karina Rodríguez, intérprete ambiental y líder de acción comunitaria de la Región Metro-Centro, estableció que “la comunidad geográfica se extiende a las áreas educativas o académicas. Atendemos a las escuelas del Instituto Nueva Escuela (INE, organización sin fines de lucro que promueve el método de enseñanza Montessori en el sistema de educación pública de Puerto Rico) y también a las vecinas, como, por ejemplo, la escuela Amalia Marín, del barrio Venezuela, y así, muchas otras”.

“En mis recorridos, integro el significado de lo que es un río y su diversidad, incluyéndonos a nosotros (los seres humanos). Somos la comunidad del río; somos parte de la biodiversidad de este río metropolitano. Nos conectamos a través de un mismo río. Somos uno; somos cuenca y lo que yo hago en mi casa, va a afectar al recurso primario, que es el río que formó la ciudad”, estableció la intérprete ambiental. 

Wesley Torres, intérprete ambiental, describió al río Piedras como uno urbano, pero “que tiene una biodiversidad amplia, bien grande, y a eso apostamos. Gracias a él, hoy día tenemos lo que se conoce como el Antiguo Acueducto del río Piedras. Así que, vamos llevando a los visitantes por un viaje histórico de la relación de nosotros, los seres humanos, con el agua, y comenzamos a explorar el tema de las cuencas hidrográficas y de la ecología del río en la zona de las represas, donde podemos ver formaciones o hábitats particulares de algunas de las especies que habitan en el río”.

Gabriel Pacheco, intérprete ambiental, por su parte, comentó que durante los recorridos interpretativos que ofrece, “le gusta hablar de la historia humana del espacio y de cómo este acueducto fue poco a poco cambiando las percepciones del agua. Para mí eso es lo más interesante: resaltar el rol protagonista que tuvo este acueducto para definir la relación de San Juan y sus barrios con el recurso agua”.

Karina recordó que el acercamiento de la organización hacia las comunidades fue fundamental durante la pandemia del Covid-19 (siguiendo todas las medidas de seguridad durante la emergencia), a través del proyecto AComPAÑA. “Se hizo un estudio de campo, casa a casa, para conocer los esfuerzos y luchas de las comunidades. Conociendo a nuestros vecinos, comenzamos planes de trabajo. En nuestra región, se acogió AComPAÑA en comunidades geográficas alrededor del río Piedras”, indicó, al tiempo que estableció como ejemplo, una iniciativa de ornato en Buen Consejo, en la cual se eliminaron los vertederos en la entrada de la comunidad y se sustituyeron por árboles.

Paola estableció que, por otro lado, desde AArP “apoyamos en gestiones que la comunidad ha identificado, particularmente, relacionadas con la conservación del río Piedras y hemos servido como un aliado a estas comunidades que quieren llevar un mensaje concreto sobre la propuesta de canalización”.

Karina compartió que, como parte del proceso de conectar con las comunidades impactadas por el Proyecto de reducción de los daños causados por las inundaciones en el río Puerto Nuevo/río Piedras de USACE, se llevaron a cabo diferentes actividades y una casa abierta en la que participaron organizaciones como Guarda Río. La agrupación de vecinos de Jardines Metropolitanos, University Gardens y Villa Nevárez -comunidades aledañas al río Piedras- ha establecido desde su fundación en 2021 que su misión es preservar y conservar la integridad biológica del río y sus riberas arboladas, desde su nacimiento hasta su desembocadura, aplicando conceptos de ciudades verdes en pro de la calidad de vida, justicia ambiental y resiliencia a largo plazo ante el cambio climático con soluciones basadas en la naturaleza.

“Dentro de las acciones concretas que se hacen desde aquí, se abre el acueducto para que las comunidades organicen sus ideas y sus planes de trabajo; se les permite la utilización de nuestros equipos y servicios y les ofrecemos el espacio de oficina, porque muchas de estas comunidades no tienen un espacio de reunión”, relató Karina, quien compartió a modo de ejemplo, la Cumbre de Comunidades de la Cuenca del río Piedras, en la que ciudadanos identificados con la protección del río, desde la cuenca arriba hasta la cuenca abajo, se reunieron en el lugar y establecieron un plan de trabajo, conformando de este modo, la Coalición Comunitaria de la Cuenca del río Piedras.

“Somos vehículo para que las comunidades puedan tener estos diálogos y de ahí, puedan generar planes de acción. Desde nuestro rol, estamos para facilitar y para acompañar. Como vecinos, somos colaboradores y acompañantes en sus proyectos”, estableció la también bióloga y educadora, quien agregó que “no decimos qué debe hacer la comunidad. La comunidad es la que decide en su totalidad todos sus procesos y sus decisiones”, resaltó Karina.

El Antiguo Acueducto del río Piedras ubica en los predios del Jardín Botánico Sur, parte del Corredor Ecológico de San Juan. 

Para la Naturaleza también ha fungido como un enlace entre las comunidades y funcionarios públicos y otros entes dirigentes. “Uno de nuestros mayores logros es que las comunidades utilicen esta casa común, este espacio, para organizarse, para exponer sus ideas, para aprender sobre el río y su forma. Aquí, en el Antiguo Acueducto, hubo una serie de adiestramientos sobre biología, hidrografía y temas hídricos del río Piedras. Los hemos apoyado para que tengan información del espacio para poder presentarse con seguridad frente a entes municipales, a USACE y a la Legislatura”, destacó Karina. 

“Lo que queremos es, a través de nuestras acciones, crear una relación de vecinos, una confianza que se construye día a día a base de la transparencia. Lo más gratificante es poder conectar con nuestra gente, con nuestros vecinos”, abundó, destacando que “el trabajo continuo de acercamiento, de estar presentes con las comunidades como colaboradores, nos ha permitido que el acueducto se vuelva un lugar de reunión comunitaria, donde los vecinos vienen, caminan, tienen su espacio de recreación y meditación. Es un espacio de todos”, describió Karina.

Como parte de la política de puertas abiertas de la organización, muchas personas llegan hasta el lugar para disfrutar de sus espacios verdes, ya sea para caminar, observar el paisaje, leer, o meditar, entre otras actividades.

Propulsor de un cambio

El equipo de AArP, por medio de recorridos interpretativos, comparte con los visitantes del espacio su historia.

Edwin estableció que “construir el acueducto promovió el desarrollo de San Juan. Gracias a que el agua fue corriendo por toda la ciudad por medio de las tuberías provenientes del acueducto, se fueron creando nuevos desarrollos. Alrededor de esa tubería, surgieron hospitales, fuentes y comunidades en San Juan. Fue el propulsor de un cambio drástico en San Juan”.

El Acueducto del río Piedras “fue una innovación que ayudó a que las personas se trasladaran a San Juan. Sin el acueducto, no hubiera habido ciudad”, puntualizó Angélica Erazo, intérprete ambiental de la Región Metro-Centro.

A tono con lo anterior, Angélica Erazo, intérprete ambiental, comentó que el acueducto aportó al crecimiento de la ciudad y sus barrios y a la salud de sus habitantes. Rodeado por el primer jardín botánico de nuestro archipiélago, y accesible por la primera carretera pavimentada conocida como ‘Carretera Central’, el Acueducto “fue una innovación que ayudó a que las personas se trasladaran a San Juan. Sin el acueducto, no hubiera habido ciudad”.

Como parte de sus técnicas de interpretación, Angélica invita a los visitantes a imaginarse viviendo en las circunstancias del siglo XIX, con el propósito y aspiración de que se identifiquen con los retos de la época ante la gran necesidad del agua como recurso imprescindible para la vida. Esa reflexión, a su juicio, es importante, porque una vez que los visitantes se sienten comprometidos con el recurso del agua, sus acciones pueden traducirse en esfuerzos para su conservación y protección. 

“A veces me pregunto qué hubiera pasado si el Acueducto no se hubiera desarrollado. San Juan estuvo en esa lucha desde que se fundó. Fueron casi 400 años de estar usando pozos, que no contenían agua potable. Dependían de la lluvia también, y cuando había sequía, la pasaban mal”, compartió Angélica, con formación académica en Ciencias Ambientales y especialización en alternativas de tratamiento del agua en sistemas comunitarios.

En sus recorridos, Angélica hace alusión al libro del Dr. Aníbal Sepúlveda, Acueducto: Historia del Agua en San Juan, en el que se destaca la importancia de esta obra de ingeniería hidráulica. El texto señala que el primer asentamiento de la capital en Caparra fue elegido rápidamente al inicio de la colonización española; sin embargo, “estaba rodeado de ciénagas y lejos del puerto, lo que provocó su traslado a la isleta, donde se encuentra hoy. Aunque la isleta no contaba con fuentes de agua potable, la región circundante contaba con el río, arroyos, lagunas, canales, manglares y ciénagas que fluían hacia la Bahía de San Juan”.

El libro del Dr. Aníbal Sepúlveda, ‘Acueducto: Historia del Agua en San Juan’, destaca la importancia de esta obra de ingeniería hidráulica. Está disponible en las Tiendas Para la Naturaleza

En la década de 1840, tres acueductos en Estados Unidos: Nueva York, Filadelfia y Boston, eran considerados ejemplos de tecnología aplicada a las obras públicas. A partir de visitas a estos sistemas, se concibió el acueducto de San Juan durante la gobernación de Rafael Arístegui y Vélez, quien inició su planificación. 

Este acueducto es el único remanente del periodo español que aún se conserva en pie en los Estados Unidos y sus territorios. El ingeniero Juan Manuel Lomber propuso su diseño original en 1847, inspirado por las innovaciones de la época. A lo largo de los años, el proyecto fue modificado por ingenieros locales, estadounidenses y británicos, hasta su finalización alrededor de la Guerra Hispanoamericana (1898), con componentes importantes añadidos entre 1917 y 1918.

La finalización de la construcción del Acueducto del río Piedras ocurre alrededor de la Guerra Hispanoamericana (1898), con componentes importantes añadidos entre 1917 y 1918.

Según el referido libro, desde su inauguración, el acueducto tuvo dificultades para atender el crecimiento poblacional de la región y el aumento en el consumo de agua. El acueducto, que surtía las poblaciones de San Juan, Santurce, Río Piedras y Hato Rey, se proyectó para las necesidades de entre 25 a 30,000 habitantes. En el censo de 1899, Santurce, por ejemplo, tenía una población de 5,840 habitantes, mientras que para 1920, contaba ya con 35,096, superando la cifra para la que se había construido el acueducto. Ni el río ni el acueducto podían satisfacer la demanda de agua de la creciente población. 

Otro de los esfuerzos de Angélica como intérprete ambiental es la inclusión y visibilización de personajes que en muchas ocasiones, no están documentados en la historia oficial. A tono con lo anterior, estableció que durante casi tres siglos, antes de que se desarrollara el sistema de abastecimiento de agua, los habitantes de San Juan carecieron de un acceso sostenible y fiable al vital recurso y que su acceso estaba determinado por el estatus social y económico. 

Así las cosas, la población con más recursos económicos podía construir cisternas privadas para recoger el agua de lluvia dentro de sus hogares, mientras que las personas con recursos limitados dependían de fuentes de agua poco fiables, como cisternas públicas, pozos de agua salobre y fuentes de agua dulce situadas en lugares distantes y alejados de la ciudad. La disparidad en el acceso al agua dio lugar a una serie de actividades y ocupaciones dirigidas a aliviar la situación hídrica. La mayoría de estas ocupaciones, explicó, las realizaban mujeres.

“Las mujeres desempeñaban funciones esenciales para el sustento de los hogares, la provisión de alimentos, la agricultura, e incluso las industrias tabacalera y azucarera. En el siglo XIX, las mujeres formaban parte de una profesión creciente dentro y fuera de la ciudad intramuros: las lavanderas”, expuso Angélica en su artículo “She is Water: Unveiling Women in the Interpretation of Historic Sites”, publicado en la revista Legacy.

En el libro de Aníbal Sepúlveda, se establece que las lavanderas formaban parte de un colectivo de mujeres “muy humildes” encargadas de transportar, lavar y secar la ropa utilizando principalmente fuentes de agua públicas para las familias que podían pagar el servicio. Ellas son parte de la historia del agua en San Juan.

Imagen histórica de las mujeres lavanderas en Puerto Rico. Archivo fotográfico del Instituto de Cultura Puertorriqueña.

Por otro lado, con el propósito de transportar a los visitantes a un viaje al pasado, Angélica también muestra uno de los ladrillos que se utilizaron en la construcción de varias estructuras del acueducto, entre los que destacan la casa de máquinas, la casa para empleados, el tinglado cerrado para el depósito del carbón, las calzadas que dividen los tanques y una calzada exterior en el perímetro del proyecto. La mayor parte de los ladrillos fueron suplidos por Marcos Canejas desde su fábrica de San Patricio, establece el Dr. Sepúlveda en su libro.

Grandes planes para el Acueducto

El Municipio de San Juan y Para la Naturaleza establecieron a finales del pasado año un acuerdo colaborativo para la restauración y preservación del Antiguo Acueducto. Esta alianza incluye una asignación de $2 millones en fondos. Se proyecta que esta partida sea destinada a la creación de un parque educativo, la restauración de estructuras históricas, la rehabilitación de estanques de sedimentación y filtración, el establecimiento de huertos comunitarios, la construcción de espacios administrativos y de laboratorio y la implementación de programas de formación para el cuidado de áreas naturales.

El proyecto contempla la restauración de la represa y la creación de una nueva entrada que permitirá conectar peatonalmente el espacio con el Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico y el campus de Cupey de la Universidad Ana G. Méndez. La visión es convertir este lugar en un aula al aire libre, enriqueciendo la experiencia educativa de los estudiantes.

Visítanos 

En el Antiguo Acueducto del río Piedras llevamos a cabo una variedad de actividades educativas, recorridos interpretativos y eventos de ciencia ciudadana para el disfrute de la comunidad. A continuación una lista con los títulos de estos ofrecimientos, puedes presionar el nombre, leer más detalles y hacer tu reservación.

El río que le da vida a San Juan

Pajarea, aprende y documenta – AARP

Siembra, cosecha y aprende en nuestro huerto urbano – AARP

Biomonitoreo acuático en el Antiguo Acueducto del Río Piedras

¿Cómo llegar?

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*La segunda entrega de este reportaje publica el viernes, 12 de julio de 2024.

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