Aunque el arte y la ciencia han compartido un camino en común durante siglos, son muchos los que todavía insisten en clasificarlos como “mundos” opuestos. Desde que uno es pequeño se intenta categorizar la vida entre aquellos que se inclinan por las artes y los que se perfilan en las ciencias.
Pero la realidad es que estos “mundos” han estado en constante conexión. Para muestra, basta pensar en el Renacimiento cuando los grandes artistas -entre ellos Leonardo da Vinci- eran también importantes ingenieros, matemáticos y estudiosos de la naturaleza.
La modernidad, sin embargo, volvió a apartar las disciplinas entre el saber científico y el hacer artístico, trazando una separación cada vez más marcada que se afianzó con la Revolución Industrial. No fue hasta mediados del siglo XX cuando diversos teóricos y filósofos propusieron un nuevo acercamiento entre arte y ciencia.
Desde entonces, se han seguido explorando rutas que vinculen ambas disciplinas. En esa dirección, la organización sin fines de lucro Para la Naturaleza (PLN) ha llevado a cabo diversos proyectos, que buscan vincular lo humano con la naturaleza.
El más reciente proyecto en esa dirección es la Residencia de Investigación en Ciencia, Arte y Naturaleza, que estrenó este año con el primer artista residente, el puertorriqueño Luis Berríos-Negrón.
Fernando Lloveras San Miguel, presidente de la organización ambiental y director ejecutivo del Fideicomiso de Conservación de Puerto Rico, explicó que esta residencia busca fomentar intersecciones entre la ciencia, la cultura y la naturaleza, con el fin de “abrir mentes” y pensar desde otras miradas la conservación del ambiente.
En esa dirección dijo que persigue colaborar junto al artista residente a través de ideas y experiencias. La finalidad, como bien aclaró, no es la creación de una pieza artística, sino generar un “intercambio de información y conocimiento” que acerque al público a comprender la importancia de conservar y preservar nuestros recursos.
“Esa alianza y ese apoyo a ese mundo creativo para nosotros es fundamental porque nos abre otras puertas de comunicación y de pensamiento que nos nutre, porque los artistas, como Luis Berríos-Negrón, tienen una capacidad perceptiva, sensorial y analítica que nos hacen ver las cosas totalmente distintas. Ellos tienen esa capacidad de llevarnos a otros lugares y eso es bien importante y tiene mucho valor para el mundo de la conservación”.
Feliz de regresar a su patria
Para el artista Luis Berríos-Negrón, ser el primer artista residente de Para la Naturaleza es algo que asume con profundo agradecimiento y responsabilidad. Este proyecto, además de conectarlo con el tema que lleva estudiando por más de una década, lo trae de vuelta a su país, del que partió en su temprana adultez para continuar estudios universitarios.
“Estoy tan y tan feliz de volver a casa, y hacerlo con esta residencia, pues es un privilegio y un superhonor”, manifestó el artista en entrevista telefónica desde Berlín, donde vive y trabaja gran parte de su tiempo.
Berríos-Negrón, quien es doctor en arte tecnología y diseño del Royal Institute of Technology y el Konstfack University of the Arts de Suecia, ha centrado su trabajo en investigar sobre cómo las fuerzas del calentamiento global dan forma a la exposición escultórica, espacial y ambiental.
En su investigación doctoral, titulada “Breathtaking Greenhouse Parastructures”, publicada por Konstfack Collection (2020), el artista trabaja con la metáfora del invernadero, ese espacio en vidrio nacido en Europa donde se puede recrear un ambiente tropical en pleno invierno. Esa tecnología es para el artista una clara representación del reflejo colonial donde “nos hemos creído que podemos dominar y que podemos extraer de la madre naturaleza su ambiente y disociarlo y desconectarlo de todas sus relaciones”.
Como parte de su residencia en Para La Naturaleza, el artista ha programado seis charlas -dos ya se presentaron y están disponibles en YouTube- donde presentará su investigación de forma accesible, con el propósito de generar un diálogo y reflexiones en cuanto al tema.
Además de estos diálogos, Berríos-Negrón está estudiando los cinco viveros que forman parte de la organización ambiental y que quedan en Río Piedras, Manatí, Barranquitas, Ponce y Fajardo, en contraposición al invernadero. A través de esa investigación espera llevar a cabo un manual que aporte a la importancia de estos viveros que, a diferencia de los invernaderos, es una tecnología que “nutre al medioambiente y nutre la vida”. Dicha publicación sería un segundo volumen del “Manual para la producción de árboles y arbustos nativos de Puerto Rico”, publicado en el 2019, por los investigadores Eugenio Santiago Valentín y Rafael Rivera.
“Esa transición entre invernadero y vivero creo que es emblemática del espíritu de la residencia y lo que a mí me gustaría traer a colación a través de este segundo tomo (del manual) es cómo nos movemos de estos comportamientos tóxicos modernos, occidentales, norteamericanos, donde creemos que podemos controlar el medioambiente, que podemos controlar los recursos que nos dan vida, y tratar de reaprender a vivir otra vez ese proceso de poder volver a relacionarnos con la naturaleza de una manera que es de ojo a ojo, que es de tú a tú. No desde un privilegio humano sobre la naturaleza, sino en coexistencia con la naturaleza. Esa es la misión principal”.
En reversa
Otra de sus metas es poder transmitir la importancia de desaprender sobre las relaciones que tenemos con la naturaleza, con el fin de “caminar en otra dirección que no sea el cataclismo del calentamiento global”. Esa forma de pensamiento es algo que está muy presente en el proceso artístico de Berríos-Negrón, quien trabaja en su obra con el retroceso más que con el progreso.
“Mi proceso artístico es ir casi en reversa para intentar poco a poco sacar todos esos comportamientos asumidos de las tecnologías y de lo que están supuestas a hacer”, explicó. “Mi obra es yo desaprendiendo de todas estas relaciones con la naturaleza que asumimos y que hasta cierto punto es una relación tóxica. Creemos que la naturaleza está a nuestro servicio cuando al final la naturaleza es nuestro sistema de relaciones”, reflexionó.
Entre las artes y las ciencias
El acercamiento del artista con la ciencia ocurrió temprano en su carrera cuando estudiando Artes Plásticas en Parsons New School, en Nueva York, la profesora Jean Gardner, le inculcó la importancia de crear un balance entre la investigación científica y los aspectos artísticos y culturales, trabajándolos de forma paralela. “Si no podemos entender las diferencias entre las artes y las ciencias, pero a la vez entender la manera en que se benefician, no vamos a poder entender problemas muchos más amplios de la humanidad como el calentamiento global”, dijo.
Por esa razón, esta residencia cobra particular importancia para el artista, quien espera que su trabajo sirva de puente para que el público apueste por otras formas de convivir con la naturaleza.
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