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Buscan poner el agro boricua en el mapa

Luego de las semillas genéticamente modificadas, el mangó y el tomate son las principales exportaciones agrícolas de Puerto Rico. A diario, fincas en el sur de la isla cosechan, empacan y despachan toneladas de estos frutos frescos a distribuidores y comercios en el Caribe, en Estados Unidos e incluso, Europa.

Sin embargo, a casi tres años del huracán María y en medio de una fuerte sequía, la actividad agrícola del país aún se recupera lentamente del éxodo masivo de obreros de la cosecha, por lo que una nueva vena de productores de parcha, papaya, piña y hasta cacao le apuesta a la alta calidad para distinguirse de su competencia a nivel mundial.

“Puerto Rico no puede competir en el mercado de volumen. Puerto Rico puede competir en el mercado de nichos, donde te lo van a pagar más caro por la calidad de tu producto”, sentenció el secretario del Departamento de Agricultura, Carlos Flores, cuyo plan agrícola a ocho años contempla el que la isla quintuplique sus exportaciones agrícolas antes del 2025.

En el caso del café, Flores indicó que el mercado internacional está dispuesto a pagar hasta $20 por cada libra del grano de mayor calidad, casi siete veces más que el café de menor grado y mayor volumen, y “ahora mismo, ese espacio está vacío porque no estamos llenándolo con productos de Puerto Rico”.

“Tenemos que ser más agresivos en la exportación”, añadió el funcionario.

El mangó y sus nichos

En el 1993, la familia Martí envió desde Santa Isabel sus primeros cargamentos de mangós boricuas a las costas europeas. Desde entonces, Martex Farms ha continuado creciendo su cartera de clientes en ultramar, siempre apostándole a mejores controles de calidad y logísticas más dinámicas que las de sus competidores.

Inglaterra es su principal mercado, seguido de cerca por Alemania, que va en ascenso hace cuatro años, explicó el vicepresidente de Operaciones de Martex Farms, Veny Martí, durante un recorrido de su planta de procesamiento y empaque.

“El mangó de Puerto Rico ha logrado cierto sitial en Europa y no es por precio, porque no somos los más baratos, pero sí tenemos una muy buena logística al norte de Europa”, llegando al puerto de Amberes en Bélgica en tan solo nueve días desde que se recoge la fruta en sus más de 1,500 cuerdas en Santa Isabel.

Martex Farms en Santa Isabel es uno de los mayores exportadores locales de mangó a Europa. (gerald.lopez@gfrmedia.com)

Ante sus competidores de África Occidental, Martex Farms asegura que puede ofrecer a grandes cadenas de supermercados europeos, como Tesco y Aldi, un producto libre de explotación infantil, certificado en buenas prácticas de manufactura y con el aval de las agencias federales de agricultura, salud y medioambiente.

“Parte del éxito es que hemos logrado desplazar nuestra temporada suficiente para poder vender nuestra fruta en los tiempos en que los precios son más altos. También hemos podido extender nuestra temporada para que los clientes nos paguen unos centavitos adicionales a lo que le pagan a los demás, porque van a estar recibiendo mi fruta durante ocho meses del año”, sentenció Martí sobre la consistencia que ofrece a sus clientes.

De vuelta en América, competir en precio con el mangó mexicano que comparte la misma temporada de cosecha que Puerto Rico, pero entra por vía terrestre a Estados Unidos, es casi imposible, a menos de que apuesten al noreste de la nación.

Según explicó Martí, “hemos ido buscando nichos geográficos dentro del mercado americano, así que vamos lo más lejos posible de México, que es el noreste de Estados Unidos”, siendo los estados de Massachussets, New Jersey y Pensilvania sus principales importadores de mangó de la más alta calidad.

Sin embargo, los nichos también son étnicos. “Nosotros también le vendemos nuestro producto a mercados étnicos asiáticos que están por todo Estados Unidos. En vez de vender nuestro mangó en Orlando y Nueva York, donde hay mucho boricua, lo vendemos en otras ciudades o en esas mismas, pero en los barrios chinos”, explicó el agricultor.

Por su variedad de tamaños y sabor balanceado, el mangó de variedad Keitt, del sur de Florida, es el que más se cosecha en Puerto Rico, pero la variedad Nam Doc Mai de Tailandia, de piel amarilla similar a la del mangó mayagüezano, también ha encontrado las condiciones climáticas idóneas en la isla.

“Nuestra intención es posicionar el mangó Nam Doc Mai (magó tailandés) en mercados como los son las ciudades de Nueva York, Miami, Washington (D.C.) y toda la costa este de Estados Unidos y, eventualmente, enviarlos a Europa también, a ciudades como Londres, París y Berlín, entre otras”, afirmó Martí.

A industrializar la parcha

En su finca de 22 cuerdas en San Sebastián, Daniel Estrada cosecha anualmente sobre 700 toneladas de parcha, por lo que “ya hay que darle un poquito de sazón a esto e industrializarlo, porque ya es demasiado producto para manejarlo manualmente”.

Con una inversión de casi $300,000 en nueva maquinaria, Estrada pretende llevar a Pura Parcha de un procesamiento de 1,000 libras diarias de fruta fresca a más del doble que eso en tan solo una hora.

De origen alemán, la nueva procesadora que Estrada espera instalar a finales de este año, baña la fruta en ozono para desinfectarla hasta un 99.99%, antes de cepillarla, secarla y triturarla para extraer la preciada pulpa de la parcha que finalmente se empaca y congela.

Con la nueva maquinaria, Daniel Estrada, propietario de Pura Parcha, apuesta a multiplicar la producción de pulpa de parcha para la venta, tanto local como al extranjero. (Jorge A Ramirez Portela)

“Uno tiene que buscar la forma de detener en el tiempo a ese producto por si pasa algo como esta pandemia. Necesitas la capacidad de proteger tu cosecha si algún día falla la venta de fruta fresca”, sentenció Estrada, quien contempla sembrar otras 100 cuerdas anualmente para suplir la demanda de sus clientes en Puerto Rico y los 50 estados de la nación.

En vez de enviar vagones a gigantes del comercio al detal, Estrada suple a un mercado de muchos consumidores individuales que le ordenan pulpa congelada o fruta fresca a través de su tienda en línea.

Cada día, Estrada procesa, empaca y envía su producto por la vía aérea a Estados Unidos. El correo federal se encarga de llevar la parcha a los hogares, mientras que un carrero privado lleva los envíos a restaurantes y barras.

“Tengo un negocio en Nueva York que me compra $7,000 anualmente y así hay muchos en otros estados que me compran $10,000 al año o cantidad similares. Asimismo, tengo a muchas personas que compran para consumo individual”, que le ordenan parcha fresca y pulpa de parcha al son de $4 y $8 la libra, respectivamente, explicó Estrada.

Brasil y Colombia son las superpotencias de la fruta congelada, pero “una vez que el consumidor prueba nuestra parcha, la prefiere. Podrán competir en cuanto a costo, pero no hay quién compita con los sabores del 100 por 35”, exclamó el agricultor.

Además de cautivar el paladar de los boricuas, los chilenos y los dominicanos en Estados Unidos, Estrada ha encontrado la manera de convencer a sus bolsillos también. En cuanto a fruta fresca, su parcha boricua llega a la mesa casi $1.15 por debajo del precio de sus competidores, ya que llega directamente al consumidor.

De vuelta en San Sebastián, Estrada busca más agricultores que quieran sumar su cosecha de parcha y otras frutas tropicales al repertorio digital de Pura Parcha.

Se abre paso el cultivo de cacao

Estados Unidos es uno de los procesadores principales de cacao en el mundo, pero solo dos de sus jurisdicciones cuentan con las condiciones climáticas idóneas para su producción.

Hawái es la más avanzada de las dos, pero su producción, limitada a la isla de Kona, es devorada por los turistas, abriéndole así el camino a Puerto Rico para que se posicione como el principal productor de cacao fino y de aroma bajo los altos estándares de calidad que exigen el Departamento de Agricultura (USDA), la Administración de Drogas y Alimentos (FDA), y la Agencia de Protección Ambiental (EPA).

“Los maestros chocolateros buscan un cacao de excelencia para poder mercadear sus productos a un precio alto. Este chocolate usualmente va a tener sobre un 60% de cacao y el resto es azúcar, vainilla u otros sabores. Para comerte una barra de chocolate con tanto cacao, tiene que ser uno de un sabor excepcional”, explicó el cofundador de Jeanmarie Chocolat, Juan Echevarría.

El cacao que se produce en Puerto Rico, es uno de los más finos y más buscados en el mercado internacional. (Archivo / El nuevo Día)

El experto en mercadeo lleva más de diez años cultivando cacao fino y de aroma en Aguada, donde produce su propia marca de chocolates, pero también exporta licor (no alcohólico) de cacao a maestros chocolateros en los estados de Texas, Georgia, Florida, Nueva York y Colorado.

Mi mercado principal ahora mismo son los Bean-to-Bar, estos locales donde vas y te enseñan todo el proceso de confección hasta que compras el chocolate”, dijo Echevarría, quien procesa decenas de ordenes mensuales que rondan las 30 libras al son de $20 por unidad, dependiendo de la pureza del cacao.

“Al tener una producción tan limitada como la nuestra (5 toneladas), si un chocolatero quiere trabajar con nuestro cacao, está dispuesto a pagar por encima del valor del mercado. Eso es algo que ya hemos probado”, añadió el agricultor, quien reparte cerca de 1,000 árboles de cacao semanalmente a agricultores de toda la isla.

La libra de cacao de Costa de Marfil, el mayor productor global, cotiza unos $3,200 por tonelada, mientras que el precio de la libra de cacao fino y de aroma de Madagascar se estima cerca de los $14,000. Es a un precio entre esos dos extremos al que apuesta Echevarría para hacer la siembra de cacao una muy rentable en Puerto Rico.

“Si seguimos sembrando al ritmo que vamos, en cinco a siete años ya estaríamos hablando de cacao en letras mayúsculas”, afirmó Echevarría, quien dijo hay un millón los árboles ya sembrados en Puerto Rico.

Granja boutique de Estados Unidos

Desde el 2011, Pedro Valero y Luisana Vázquez han hecho de su vaquería en Cabo Rojo un centro de innovación para el mercado estadounidense de carne de res, el más grande del mundo.

Pastoreando libremente por el Rancho la Providencia, distintos cruces de las razas Senepol, Angus Rojo y Charolesa acumulan cantidades mínimas de grasa, perpetuando en las reses un sabor genuinamente a carne y una textura suave, ambos factores que resultan de suma importancia para el 10% del mercado estadounidense.

“Este mercado del Grassfed Beef está buscando alinear la calidad con la salud. En Cabo Rojo, buscamos tener una producción que tenga la terneza de las razas europeas y la resistencia de las razas tropicales”, dijo Valero, quien procesa su carne bajo la marca Cabo Rojo Steaks en Carolina antes de exportarla a Florida, Texas, California y otros cuatro estados.

Sus principales clientes son individuos a los que les envían por correo toda su variedad de carnes refrigeradas y siempre están pendientes a la consistencia del producto, explicó Vázquez.

Cabo Rojo Steaks no solo envía sus cortes de primera a clientes de Puerto Rico, sino que recientemente han visto un aumento en la demanda por parte de clientes de Estados Unidos. (Archivo / Vanessa Serra)

“Desde el día cero en que la vaca entra a la finca, llevamos el control de nuestra carne. En nuestro caso, nuestras reses nos dan resultados en tres años hasta que llega el producto al cliente. Esto es un tema de paciencia, pero por eso es que tenemos el mejor corte de carne al final”, dijo la empresaria.

La diáspora boricua siempre ha sido su principal mercado, pero, en el último año, “ya no son tanto los Rivera y los Santiago los que ordenan, sino que hemos visto a muchos Smith y Johnson ordenando nuestras carnes”, añadió Valero, quien cree que Puerto Rico debe ser la “granja boutique del mercado estadounidense”.

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