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Construyendo un tesoro con árboles y semillas

En la llanura del Río Grande de Manatí, entre mogotes, valles, bosques y pantanos, se encuentra un lugar muy particular, cuyo propósito es enriquecer el conocimiento sobre nuestros árboles nativos y endémicos de Puerto Rico  aportar a la reforestación de nuestras islas, y recrear estampas boscosas con la vegetación puertorriqueña para la contemplación, educación e investigación.  

Este lugar se conoce como arboreto, y ciertamente se compone de un grupo diverso de árboles, arbustos y plantas con el fin de tener representación de las distintas familias[1] taxonómicas de la flora puertorriqueña . Ubicado en la Reserva Natural Hacienda La Esperanza, el arboreto de esta área natural protegida es un proyecto que lleva más de 10 años desde su creación y que continúa un proceso de crecimiento y maduración bajo el cuidado del equipo de compañeros de la región norte de Para la Naturaleza, en especial del Coordinador de Manejo, Alcides Morales.  

Desde que llegó a la Reserva Natural Hacienda La Esperanza, hace más de 5 años, Alcides ha tenido claro que uno de los proyectos más importantes para la conservación de nuestra flora lo es el arboreto de árboles nativos. Nos cuenta que cuando llegó, “el arboreto era un espacio pequeño cerca de las ruinas de la antigua Hacienda La Esperanza, con una selección limitada de especies, en su mayoría árboles madereros, como el úcar (Bucidas bucera), maría (Calophyllum calaba), maga (Thespesia grandiflora) y el pterocarpus (Pterocarpus indicus).  Era una mezcla entre especies nativas y endémicas, con algunos ejemplares de especies introducidas como la caoba dominicana (Swietenia mahagony) y el flamboyán (Delonix regia)”. 

Alcides es un hombre de tamaño menudo, con mirada determinada y  lleva en su piel registros de trabajar tantos años en el campo a favor de la conservación de nuestros bosques.  Este joven del pueblo de Quebradillas, desde muy temprana edad, sintió una particular fascinación por las plantas y el estudio de estas.    

“En un momento dado, hace varias décadas, y luego del paso de varios huracanes, como Hugo en el 1989, en Puerto Rico se trabajó con muchas especies, aún introducidas, para reforestar nuestros bosques.  Ese era el propósito, reforestar”, comentó Alcides. Con esto asegura que, a pesar de no ser nuestras especies, estos árboles introducidos han jugado un rol importante en la reforestación de nuestros bosques, porque brindan servicios a nuestras especies nativas de lento crecimiento, como sombra, protección, fijación de carbono y manteniendo el ciclo de nitrógeno. Es por esto que dentro del arboreto, se mantendrán algunos ejemplares de estas especies, para educar a la ciudadanía sobre la aportaciones que estas brindan al ecosistema.  

El coordinador de manejo, Alcides Morales, siembra un árbol de alelí en el arboreto de la Reserva Natural Hacienda La Esperanza.

El proceso de mantener un arboreto no es fácil, ya que requiere una constante curación de especies, mantenimiento y estudio, para asegurarse que se integran todos los ejemplares posibles, y que estos se adapten a las condiciones presentes en la Reserva. De hecho, Alcides nos afirma que se encuentra trabajando un documento detallado que será parte del plan de manejo de la Reserva, donde recoge aspectos importantes sobre el manejo de este espacio, sus secciones, las especies, el número de accesión de cada árbol[2], el cuidado y cómo se irá expandiendo el área.  También con la intención de que  en el futuro, los visitantes puedan caminar a través de los senderos del arboreto y que invite a múltiples investigadores a trabajar con especies tan particulares como el árbol de violeta (Polygala cowelli) o el matabuey (Goetzea elegans).  

El coordinador de manejo de Hacienda La Esperanza, menciona que este documento “recoge todos los detalles de cómo manejar este espacio, que si en un futuro a largo plazo…, se le pueda dar continuidad; ahí está todo, es un plan de manejo para el arboretum”.

La visión de este espacio, según Alcides, es que tenga múltiples usos para la región norte, que sirva para obtener semillas de los árboles que se están propagando en los viveros de Para la Naturaleza, ofrecer recorridos interpretativos, crear un catálogo virtual sobre las especies presentes, y finalmente, registrar este espacio a nivel internacional para entrar a una red mundial de investigación y colaboración entre entidades orientadas a la conservación de árboles y plantas.  Así lo reafirmó Alcides, cuando dijo: “una vez se registre esto y esté conocido, va a estar disponible a investigadores que quieran hacer X o Y investigación de botánica, que puedan ver las especies que tenemos, inclusive, aquellas que están en peligro de extinción o que son endémicas solo a Puerto Rico”. Porque como ratificó, “más allá de que se vea bonito, el arboreto debe tener una funcionalidad, un propósito, que sirva, ya sea para la academia, para la ciencia, educación y reforestación, que son básicamente todos los objetivos que tenemos en la organización”.

Mientras todo esto sucede, los compañeros de la región norte continuarán cuidando de este espacio, con la esperanza de que pronto, voluntarios y visitantes, puedan llegar hasta el arboreto para ayudar con el cuidado y mantenimiento, o simplemente para contemplar la belleza y las particularidades de la flora puertorriqueña. Si desean conocer más sobre las especies de árboles nativos y endémicos, pueden acceder a: http://arbolesnativos.paralanaturaleza.org/.  

[1]Familia es la unidad sistémica dentro la clasificación de las especies, que está situada entre orden y género.

[2]Es el número de identificación de los árboles que se encuentran en el documento de manejo del arboreto (o cualquier colección de árboles), donde se detalla información de procedencia, fecha de recibo, condiciones de la especie, etc.

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