Los internos del Zoológico del Bronx- de entre 19 a 24 años- son residentes de la ciudad de Nueva York y algunos de ellos tienen ascendencia latinoamericana y caribeña.
Un grupo de 15 jóvenes que realizan o han realizado trabajo de internados en el Zoológico del Bronx, en Nueva York, y como parte de un acuerdo de colaboración con Wildlife Conservation Society (WCS) disfrutaron entre la última semana del pasado mes de mayo y la primera de junio, de la iniciativa Eco-Vivencias, una serie de experiencias de inmersión en varias de las áreas naturales que protege Para la Naturaleza y en las que tuvieron la oportunidad de conocer los programas de la organización vinculados con la conservación, cultura, historia y voluntariado, entre otros.
Fundada en 1895 como Sociedad Zoológica de Nueva York, la WCS fue una de las primeras organizaciones conservacionistas de Estados Unidos, e inició con el propósito de promover la conservación de la fauna salvaje y fomentar el estudio de la zoología. Cuenta con cinco zoológicos: en el Bronx, Central Park, Queens, Prospect Park y el acuario de Nueva York en Brooklyn.
Elizabeth Padilla, gerente de la Unidad de Ciencia, Educación y Voluntariado (CEV) de Para la Naturaleza, explicó que, a través de la unidad de Desarrollo de la organización, “se nos hace el acercamiento de que WCS tenía interés de traer un grupo de sus internos para experimentar vivencias en la naturaleza y habían pensado en Puerto Rico. En ese momento se nos pidió hacer una propuesta de lo que podría ser un taller especial para ellos, así que, en conjunto con los compañeros de las regiones y de otras unidades de la organización, analizamos la idea, resultando que a inicios de este año comenzamos la planificación para recibir a un grupo de internos de distintos programas dentro del Zoológico del Bronx”.
“Este año, el zoológico está celebrando 125 años de fundación, así que llevaban tiempo planificando diversas actividades. Esta era una de las actividades que por el aniversario querían llevar a cabo para una selección de internos con el propósito de crear nuevas experiencias”, agregó Elizabeth.
La gerente de CEV compartió que los internos -de entre 19 a 24 años- son residentes de la ciudad de Nueva York y que algunos de ellos tienen ascendencia latinoamericana y caribeña. Por otro lado, para muchos, esta significó la primera visita al archipiélago puertorriqueño. Los pocos que sí lo habían visitado, solamente conocían el área metropolitana, por lo que, para todos, se trató de una experiencia innovadora y enriquecedora.
Para el éxito de estas Eco-Vivencias, fue fundamental la labor de los equipos de las regiones Este, Metro-Centro, Norte, Oeste y Sur de Para la Naturaleza.
Trabajo en equipo
Construir un robusto itinerario de inmersiones en la naturaleza para el grupo de internos requirió la unión de esfuerzos de los equipos de todas las regiones y divisiones de la organización.
“Realizar esta experiencia fue una inversión de tiempo, de muchas miradas, conversaciones y seguimiento”, describió Elizabeth, al tiempo que destacó el gran esfuerzo de todo el personal de las regiones, a cuyos empleados describió como excelentes anfitriones.
“Cada región propuso lo que entendían podían ser las actividades o las experiencias para compartir con este grupo de jóvenes. Las regiones determinaron qué ellos entendían que podían hacer en términos de experiencias en sus espacios con los recursos disponibles”, compartió Elizabeth, a lo que agregó que, como parte del proceso se llevaron a cabo varias reuniones “hasta que quedó el itinerario final que se compartió con el equipo de coordinación de WCS”.
A tono con lo anterior, para el éxito de las Eco-Vivencias, fue fundamental la labor de los equipos de las regiones Este, Metro-Centro, Norte, Oeste y Sur, que, además de recibir al grupo de internos, coordinar e implementar las actividades seleccionadas con sus equipos de trabajo (intérpretes ambientales, asistentes de manejo y analistas financieros) y encargarse de la transportación por las áreas escogidas dentro de las regiones, también identificaron los alimentos que serían parte de la estadía. “En la gran mayoría de los espacios donde estuvimos, la comida fue producto de alguna comunidad, agricultores con los que estamos colaborando, una chef parte del proyecto de ‘Cocinas Para la Naturaleza’ (Paola Noriega) o negocios locales (ubicados cerca a las regiones)”, explicó Elizabeth.
Reconoció, además, a los miembros de las unidades de Ecodetour & Ecolodge, que “proveyeron la logística de transportación entre las regiones. Llegaban, nos ayudaban a “mudarnos” con todos los ‘tereques’ y nos llevaban a la próxima región. Fue una labor importante para el logro de toda esta actividad y de toda la logística”.
Mientras que para la parte de hospedería, se pernoctó en las Ecocasas de Para la Naturaleza, tales como: Casa Corretejer, en el Área Natural Protegida (ANP) Río Encantando; El Lorán, en la Reserva Natural (RN) Cabezas de San Juan; facilidades en el ANP Hacienda Buena Vista, en Ponce y en la RN Cañón San Cristóbal. En adición, se llevaron a cabo actividades en las facilidades de ANP Frank Wadsworth, en Cabo Rojo; en el ANP Hacienda Margarita, en Lares y el ANP Las Lunas, en Caguas. Le correspondió a Elizabeth realizar la curatoría del itinerario partiendo de los ofrecimientos de las regiones para seleccionar las actividades y proveer un hilo conductor a la logística.
Para la Naturaleza “sigue buscando dónde están sus fuertes para conectar a las personas con la naturaleza y educar sobre la importancia de conservar estos espacios. En este caso, aunque son personas que no residen en Puerto Rico, lograron unas conexiones memorables en su visita”, manifestó Elizabeth Padilla, gerente de la unidad de Ciencias, Educación y Voluntarios.
Conociendo al archipiélago
El grupo inició su experiencia en la Región Este, en la que tuvieron la oportunidad de conocer los ecosistemas marinos guiados por sus intérpretes ambientales. “Cabezas de San Juan (en Fajardo) es un sitio excelente para conocer y entender la importancia de estos ecosistemas. Así que una de sus primeras actividades fue hacer ‘snorkeling’ en la bahía de Cabezas de San Juan, En Laguna Grande, conocieron la bioluminiscencia, el impacto de la contaminación lumínica y los retos que tienen estos cuerpos de agua para su conservación. Esto se complementó con una actividad en kayak”, relató Elizabeth.
Por otro lado, el doctor Miguel García-Bermudez, científico de Conservación del Paisaje y Aplicación Científica del Programa de Aves Migratorias del U.S. Fish and Wildlife Service (USFWS), presentó un proyecto de manejo de recuperación de especies protegidas con pocos recursos económicos. “A veces pensamos que para rescatar especies necesitamos muchos recursos económicos, pero no siempre es así. Él presentó un proyecto de conservación y rescate de especies protegidas” indicó la gerente.
El segundo día, los internos conocieron el Bosque Nacional de El Yunque, con el propósito de provocar una reflexión sobre la conexión montaña-costa y la flora y fauna del lugar. Para ello, se visitó la vereda Monte Britton, se realizó un recorrido nocturno en el bosque y se disfrutó del espacio natural de la estación Palo Colorado.
“Uno de los temas medulares durante la visita al bosque fue su valor en cuanto a su recurso agua, y cómo aporta al bienestar de los municipios en la Región Este”, acotó Elizabeth.
En la Región Norte, el grupo conoció el ANP Río Encantado, entre los municipios de Ciales y Florida en una visita a la Cueva Yuyú, en Ciales. “Puerto Rico tiene gran cantidad de cuerpos de agua. El área del carso los tiene, pero de manera sumergida, no son tan visibles. Así que allí se conectó lo que es el bosque y el carso vinculados a la protección de nuestro recurso agua”, compartió Elizabeth.
“Ese día, por la noche, visitamos el proyecto de recuperación de sapos conchos (Peltophryne lemur), que es uno de los temas de interés para los internos. Tuvimos la oportunidad de llegar hasta el área de la charca, que es un espacio de recuperación y vivimos el gran privilegio de ver sapos conchos… así que eso fue un hermoso regalo de la naturaleza. ¡Fue memorable! Poder ver la recuperación de una especie en un proyecto en el que el zoológico del Bronx colabora, tiene un asunto de conexión. Hicieron también un poco de ciencia ciudadana al apoyar la colección de datos de temperatura y monitoreo de la charca, entre otros datos. Además, conocieron la diversidad de fauna nocturna que hay en el lugar guiados por intérpretes de la Región Norte”, sostuvo.
El próximo día, se visitó la comunidad Toro Negro (Habitantes de la Montaña), en Ciales, en el que los internos participaron de un avistamiento de aves y luego, de un recorrido junto con los miembros de su comunidad, que les recibieron con un almuerzo. “Allí el grupo de internos tuvo la oportunidad de conocer cómo una comunidad se organiza, identifica sus amenazas, las soluciones a las mismas y desarrolla un plan para atender las problemáticas. Algunos de los temas conversados con la comunidad fueron la seguridad energética y la alimentaria”, enfatizó Elizabeth.
“El trinar del San Pedrito atrajo la atención de nuestro grupo. Giramos nuestras cabezas hacia la ubicación de donde provenían los chirridos y su frente rojo reveló al pájaro entre las frondosas palmas de El Yunque”, relató uno de los internos en una reflexión para el blog Wild View, de la WCS.
En la Región Sur, conocieron el ANP Hacienda Buena Vista, en Ponce, espacio en el que participaron de un recorrido interpretativo en el que se abordó el tema de las personas que fueron esclavizadas en el lugar y la afrodescendencia; tuvieron un taller de confección de chocolate y en la tarde, como parte de una visita al huerto de la comunidad de Marueño, ofrecieron tiempo voluntario en los bancos de siembra y ayudaron a recoger frutos de cacao.
Al siguiente día, acompañados por intérpretes de la Región Sur, visitaron la RN Punta Guaniquilla, en Cabo Rojo, y caminaron por su vereda. En el ANP Frank Wadsworth, se les ofreció una charla sobre los proyectos de conservación que se están llevando a cabo, especialmente, en torno del manejo y control de las especies invasivas, como, por ejemplo, las iguanas, conocidas popularmente como “gallinas de palos”.
En esta región sureña, también visitaron la RN de La Parguera en donde se les compartió información sobre los proyectos de restauración a través de siembras que se llevan a cabo en el lugar.
La próxima parada del grupo fue la Región Oeste, específicamente, en el ANP Hacienda Margarita, en Lares, espacio en el que se le habló al grupo de internos sobre sus proyectos de agroforestería y los agrícolas, como, por ejemplo, el de cultivo de café bajo sombra. Además, se abordaron los planes de restauración y recuperación que se llevan a cabo en el lugar. El grupo de internos disfrutó también de un recorrido en el que se conversó sobre la relación entre el café, las comunidades y la historia de la hacienda y, finalmente, participaron de un taller de catación de café.
La última región visitada fue Metro-Centro, siendo el primer destino la RN Cañón de San Cristóbal (CSC), en Barranquitas. “Fue la primera vez que visitaron un espacio como ese. Tuvieron la interacción con el agua, en el río Usabón y en la charca Salto la Cabra, nos dimos un buen chapuzón. También fue una gran experiencia conocer desde la voz de los intérpretes que laboran en el CSC sobre la formación geológica y cómo la organización la rescató de haber sido un vertedero por muchos años”, rememoró Elizabeth.
En el área, además, tuvieron la oportunidad de acampar. “Para muchos de ellos era la primera vez que montaban una caseta de campaña. Allí uno de los intérpretes de la Región Metro-Centro les orientó sobre cómo tener estas experiencias en la naturaleza con un rastro de cero basura y las prácticas que pueden seguir a esos fines”, sostuvo.
En la noche disfrutaron de un recorrido de fauna nocturna y al día siguiente, participaron de una caminata de avistamiento de aves en la vereda de Suñé; luego recibieron información sobre el manejo del vivero y sus distintas fases, al tiempo que el grupo de internos donó trabajo voluntario, despulpando semillas y desyerbando. “Conocieron también el jardín de polinizadores que se está cultivando allí y liberaron mariposas. Luego, participaron de un taller de ilustración de botánica”, acotó la gerente.
“Para la Naturaleza tiene un personal muy atento y me encantó que cada actividad que completamos incluyó un componente educativo sobre la conservación ecológica”, compartió una de las estudiantes.
El último día de la visita, aconteció en el ANP Las Lunas, en Caguas, espacio donde participaron de un recorrido, disfrutaron de un almuerzo confeccionado por la chef Paola Noriega y finalmente, los internos compartieron presentaciones en las que resumieron las experiencias vividas.
Finalizada la jornada de Eco-Vivencias, los internos expresaron su profunda gratitud y admiración hacia el personal de Para la Naturaleza, destacando la hospitalidad y amabilidad que recibieron durante su estancia. Manifestaron sentirse “como en casa”, que “fueron tratados como familia” y que establecieron conexiones significativas con el equipo en un corto período de tiempo. Apreciaron especialmente, cada experiencia liderada por los intérpretes ambientales.
Conexiones memorables
Ya de regreso a Nueva York, algunos de los internos compartieron con el equipo de Para la Naturaleza emotivas reflexiones sobre las experiencias vividas como parte de las Eco-Vivencias.
Carlos, por ejemplo, expresó que la experiencia fue “una oportunidad para conocerse mejor, salir de su zona de confort y superar sus límites. Al enfrentarte a nuevos retos y situaciones desconocidas, adquieres una valiosa perspectiva de tus puntos fuertes y débiles y de tu verdadero potencial. Las prácticas (de Eco-Vivencias y Para la Naturaleza) me brindaron la oportunidad de hacer todo esto y de crecer como persona en el proceso”.
Samia, por su parte, compartió que “Para la Naturaleza tiene un personal muy atento y me encantó que cada actividad que completamos incluyó un componente educativo sobre la conservación ecológica”.
Colleen sostuvo que “en esos 10 días, tuvimos la oportunidad de ver lugares y sitios que la gente quizás nunca tenga la oportunidad de ver en su vida. Una experiencia que destaco fue nuestra visita al Bosque Nacional El Yunque. Después de esa experiencia y al volver a casa, en Nueva York, me encontré abrazando los fuertes sonidos de la biodiversidad por la noche, en lugar de taparme los oídos por miedo. Incluso, echo de menos los sonidos de los coquíes”.
Mientras, Julián manifestó que “gracias a Para la Naturaleza, aprendí más sobre mi propia cultura. Específicamente, durante nuestra caminata nocturna en El Yunque, aprendí de dónde provienen nuestras creencias y temores, la cultura y los mitos taínos”. También compartió que “aprender sobre la Laguna Grande (en Fajardo) y los dinoflagelados bioluminiscentes que hacen que brille fue lo más que destacó. “Para la Naturaleza incorporó perfectamente a nuestra experiencia lecciones sobre las necesidades económicas y ecológicas de los residentes del archipiélago y los animales que viven allí, explicando por qué tiene que haber un término medio en el que ambas partes se beneficien”.
Y, en el caso de Zein, incluso redactó una reflexión para el blog WildView, de la WCS bajo el título Take a Second Look (Échale un segundo vistazo), en la que dedicó unas líneas a nuestro San Pedrito (Todus mexicanus), ave que avistó en el Yunque.
“Para avistar a este pequeño pájaro en la exuberante selva tropical, se necesitan ojos y oídos atentos. Durante nuestra caminata en El Yunque, el trinar del San Pedrito atrajo la atención de nuestro grupo. Giramos nuestras cabezas hacia la ubicación de donde provenían los chirridos y su frente rojo reveló al pájaro entre las frondosas palmas. Si te encuentras en Puerto Rico, estate atento a este pájaro endémico”, reza uno de los párrafos.
“En general, se trata de personas muy emotivas que aprendieron y disfrutaron. Se llevaron esa conexión con la naturaleza, con Puerto Rico y también con la organización”, expresó Elizabeth, quien agregó que “el resultado de esta experiencia con los internos es que hemos podido realizar este tipo de vivencia al nivel del joven adulto”.
“La organización sigue buscando dónde están sus fuertes para conectar a las personas con la naturaleza y educar sobre la importancia de conservar estos espacios. En este caso, aunque son personas que no residen en Puerto Rico, lograron unas conexiones memorables en su visita, y a su retorno a Nueva York, seguirán hablando de la experiencia, y eso es bien valioso”, manifestó Elizabeth, a lo que añadió que, en conversaciones con ellos, indicaron que “aspiran a seguir estudiando y quién sabe, a lo mejor quieren venir a Puerto Rico a hacer su maestría o su doctorado”.
“Haber pasado por la experiencia, les provee otras perspectivas. No solo se trata de la experiencia educativa en los espacios naturales, también cómo nos conectamos con las comunidades y todos nuestros entornos”, sostuvo Elizabeth, concluyendo que las Eco-Vivencias, además, fortalecieron nuestra conexión exterior más allá del archipiélago.