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El cambio climático adelanta la temporada de polen

Cuando el doctor Stanley Fineman empezó a trabajar como alergista en Atlanta, les decía a sus pacientes que deberían tomar sus medicinas y prepararse para el embate de estornudos y goteo nasal de la temporada de polen alrededor del Día de San Patricio, en marzo. Eso fue hace unos 40 años. Ahora les dice que empiecen por el Día de San Valentín.

En todo Estados Unidos y Canadá, la temporada del polen está empezando 20 días antes y las cargas de polen son 21% más elevadas desde 1990, y una gran parte de ello se debe al cambio climático, según un nuevo estudio publicado el lunes en la revista Proceedings of the National Academies of Sciences.

Aunque otros estudios han mostrado que la temporada de alergias en Norteamérica se ha alargado y agravado, éste presenta los datos más exhaustivos, procedentes de 60 estaciones de medición, y es el primero que hace los cálculos requeridos y detallados que podrían atribuir lo que está ocurriendo al cambio climático provocado por el ser humano, según los expertos.

“Este es un ejemplo absolutamente claro de que el cambio climático está aquí y se encuentra en cada respiración que hacemos”, dijo el principal autor, Bill Anderegg, biólogo y científico climático en la Universidad de Utah, que también padece “alergias muy fuertes”.

Chris Downs, ingeniero mecánico de 32 años y que vive en San Luis, ya está teniendo sinusitis, dolores de cabeza, y lo peor de todo, ojos irritados. Sus amigos de Facebook en la zona le dicen que están igual. Las alergias, que comenzaron hace 22 años, suelen comenzar en marzo, pero este año y el pasado ya le estaban molestando a principios de febrero, cuando flores y árboles en la zona empezaron a florecer.

“Cuando era niño nunca vi nada empezar a florecer en febrero, ahora veo algunos años así”, dijo Downs.

Cuanto más se calienta la tierra, más pronto empieza la primavera para plantas y animales, especialmente los que liberan polen. Además, los árboles y plantas producen más polen cuando tienen acceso a más dióxido de carbono, señaló el estudio.

“Esto son claramente las temperaturas más cálidas y más dióxido de carbono poniendo más polen en el aire”, dijo Anderegg. Los árboles expulsan estas partículas que provocan la alergia antes que los pastos, señaló, pero los científicos no están seguros de por qué. No hay más que ver los cerezos floreciendo varios días antes de lo habitual en Japón y Washington D.C., señaló.

Texas es uno de los lugares donde los cambios son más grandes, dijo el experto. El sur y el sur de la región centro-norte del país comienzan la temporada de alergias unos 0.65 días cada año, y 0.33 días antes cada año en el sureste. Los investigadores no encontraron una tendencia significativa desde el punto de vista estadístico en Canadá, Alaska y el nordeste.

Anderegg y su equipo tuvieron en cuenta el ritmo de la vegetación en los parques y zonas urbanas estudiados. Emplearon cálculos detallados estandarizados, desarrollados por científicos para determinar si los cambios en la naturaleza pueden atribuirse al aumento de gases de efecto invernadero producidos al quemar carbón, petróleo y gas natural. Compararon el fenómeno actual con simulaciones informáticas de una Tierra sin el calentamiento y el aumento de dióxido de carbono provocado por el ser humano.

Desde 1990, en torno a la mitad del adelanto en la temporada de polen puede atribuirse al cambio climático -principalmente por el aumento de temperaturas-, pero también al incremento de dióxido de carbono, dijo Anderegg. Pero desde la década de 2000, en torno al 65% de las temporadas adelantadas pueden atribuirse al calentamiento. En torno al 8% en la producción de polen puede atribuirse al cambio climático, añadió.

El doctor Fineman, expresidente del Colegio Estadounidense de Alergia, Asma e Inmunología y que no participó en el estudio, dijo que los resultados tienen sentido y encajan con lo que él ve: “El polen de verdad sigue a la temperatura. No hay duda”.

Aunque médicos y científicos sabían que se estaba adelantando el periodo de polinización, hasta ahora nadie había hecho estudios formales que lo relacionaran con el clima para comprender por qué, indicó la profesora de salud ambiental de la Universidad de Washington Kristie Ebi, que no participó en el estudio. Esto puede ayudar a los científicos a estimar cuántos casos de alergia y asma “pueden deberse al cambio climático”.

No se trata sólo de esturnudos. “El polen debería importarnos porque es un importante factor de riesgo para enfermedades alérgicas”, indicó el profesor de salud ambiental de la Universidad de Maryland Amir Sapkota, que no participó en el estudio. “El asma le cuesta a la economía estadounidense unos $80,000 millones al año en términos de tratamiento y pérdida de productividad. De modo que una temporada de polen más larga supone amenazas reales para personas que sufren alergia, así como para la economía estadounidense”.

Sapkota encontró hace poco una correlación entre inicios tempranos de la `primavera y un riesgo aumentado de las hospitalizaciones de asma. Un estudio determinó que los alumnos tienen peores resultados en sus pruebas debido a los niveles de polen, señaló Anderegg.

Gene Longnecker, geógrafo de riesgos y que regresó hace poco a Alabama, no había tenido alergia al polen hasta que se mudó a Atlanta. Después se mudó a Colorado: “Cada verano eran todo espantosos dolores de cabeza y cosas así, y empecé a hacerme pruebas de alergia y descubrí que, bueno, soy alérgico a todo en Colorado, al menos árboles, pastos y pólenes, hierbas”.

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