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El tráfico ilegal de especies podría facilitar la propagación de pandemias futuras

Para evitar futuras pandemias como la de COVID-19, los países deben combatir el tráfico ilegal de animales y plantas silvestres, un problema que, en Puerto Rico, no reconoce diferencias sociales y que representa un verdadero dolor de cabeza para las autoridades.

En un informe divulgado el mes pasado, la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC, en inglés) resaltó que la pandemia de COVID-19 y sus múltiples consecuencias sobre la vida humana y la economía ilustran el impacto global de las enfermedades zoonóticas, es decir, las que se transmiten naturalmente de los animales a las personas.

El COVID-19 es causado por el coronavirus SARS-CoV-2. Hasta ahora, su origen se sitúa en la provincia de Wuhan, China, específicamente en un “mercado mojado” de animales silvestres, pues 27 de los primeros 41 enfermos estuvieron allí. La hipótesis más sólida es que un murciélago transmitió el SARS-CoV-2 a un pangolín u oso hormiguero escamoso, que, a su vez, lo pasó a los humanos.

La severidad de la enfermedad responde, principalmente, a que, por tratarse de un virus emergente, las personas no tienen la capacidad inmunológica de contrarrestar sus efectos.

Según la UNODC, tanto el comercio legal como el tráfico ilegal de especies de flora y fauna silvestres son vectores importantes de enfermedades zoonóticas.

Otros hallazgos del informe incluyen que los pangolines son los mamíferos salvajes más traficados en el mundo; que el 75% de las enfermedades infeccionas nuevas son zoonóticas; y que, sin interferencia humana –captura, sacrificio, venta, tráfico, comercio o consumo–, la evolución y transmisión del SARS-CoV-2 habría sido altamente imposible.

Se encontró, además, que entre 1998 y 2018 se incautaron casi 6,000 especies de flora y fauna diferentes destinadas al tráfico ilegal de vida silvestre. Es un mercado tan variado, que ninguna especie representa más del 5% de las incautaciones. Tampoco hay un solo país que sea la fuente de más del 9% de los envíos capturados, lo que ilustra que es un problema global, afirmó la UNODC.

Difícil de detectar

En Puerto Rico, el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA), el Departamento de Agricultura y el Negociado de la Policía son las principales agencias que atienden y combaten el tráfico ilegal de animales y plantas. En la mayoría de las ocasiones, trabajan conjuntamente y también reciben apoyo de dependencias federales.

El Nuevo Día entrevistó a representantes del DRNA, Agricultura y la Policía, quienes coincidieron en que lo más difícil que se les hace controlar es la entrada de especies exóticas a través del correo, compañías de carga que hacen entregas a domicilio y embarcaciones privadas.

El tráfico en el aeropuerto es mínimo, pero lo que nos mata es el tráfico en las compañías de carga privada, porque no tenemos control de eso. Cuando es por correo, (si se detecta) nos llaman y la especie se incauta o se devuelve, pero las compañías de carga privada lo llevan a las casas y a nosotros, como agencia, se nos hace bien difícil controlarlo”, reconoció el teniente Ángel Atienza, director de la Unidad de Vida Silvestre del Cuerpo de Vigilantes del DRNA.

No podemos poner en riesgo la agricultura, independientemente de que sea un problema moderado”Jesús Santiago, jefe de la Oficina de Sanidad Vegetal y Veterinaria de Agricultura

Sostuvo que las compañías de carga no necesariamente conocen “lo que está permitido entrar a Puerto Rico” y, en consecuencia, replican las normas de otros estados. Mencionó, por ejemplo, que en Nueva York se permite la importación de pirañas, pero aquí no y “comoquiera la gente las recibe en sus casas con estas compañías”.

Tan reciente como el 1 de agosto, Agricultura alertó sobre el recibo –en varios municipios– de semillas no solicitadas procedentes de China. La agencia indicó, entonces, que urgía identificar las semillas para asegurar que no representan un riesgo para la industria agrícola o el medio ambiente.

En el ínterin, Agricultura pidió a la ciudadanía guardar las semillas en su empaque original, no sembrarlas “por experimentar” y comunicarse con la agencia para coordinar su recogido. También, solicitó no tirarlas a la basura, ya que podrían contener patógenos, plagas o especies invasoras potencialmente nefastas.

“El tráfico ilegal es una situación que manejamos, pero es difícil dar con esos casos. Es un problema que tenemos. Las personas buscan diferentes mecanismos para entrar este tipo de material. Muchas veces usan el correo y en eso no tenemos mucha injerencia. Si usan métodos tradicionales de transporte es más fácil detectarlo, pero hay muchos otros métodos que no podemos controlar”, dijo el agrónomo Jesús Santiago, director de la Oficina de Sanidad Vegetal y Veterinaria de Agricultura.

Recordó, de paso, que está vigente una prohibición a la importación de aves procedentes del oeste de Estados Unidos tras detectarse allá casos de influenza aviar, una enfermedad zoonótica. La restricción aplica a pollos parrilleros, para la producción de huevos y aves de corral.

Previamente, en noviembre, se detectó el virus rugoso del tomate en varios de estos frutos en Estados Unidos. Como parte del protocolo fijado para manejar estos casos, Agricultura muestreó los tomates que se producen aquí, arrojando resultados negativos. Se establecieron cuarentenas preventivas de importación.

Las agencias no proveyeron a este diario estadísticas como las incluidas en el informe de la UNODC.

Los favoritos: aves y reptiles

Atienza y Ramón Luis Rivera, biólogo de la División de Vida Silvestre y líder del Proyecto Asistencia para Conservación de Hábitats en Puerto Rico del DRNA, identificaron a las aves y los reptiles como los animales más traficados en Puerto Rico.

“Los animales, como la ropa, son una moda. Pasó con los erizos de tierra. Todo el mundo los quería, pero cuando la gente empezó a puyarse (hincarse) las manos (con las espinas exteriores) se perdió el interés. La posesión de este animal es ilegal”, dijo Atienza.

Entre las aves más codiciadas, mencionaron el ñandú y el avestruz. Mientras, entre los reptiles, los más populares últimamente son los varanos (lagartos), pero las serpientes siempre han sido favoritas, al igual que los caimanes.

“El problema con los varanos es que los puedes conseguir por $40. La gente los compra porque son lagartos raros que comen ratones, pero cuando ven que crecen hasta cuatro pies de largo los sueltan y ahí es que empieza el problema”, añadió el teniente, al señalar que en la isla hay personas que se dedican a la crianza de animales ilegales. Para venderlos, el trámite puede ser tan fácil como anunciarlo en clasificados o redes sociales.

Según Atienza, entre Comerío, Naranjito y Bayamón ya está establecida una población de pitón reticulada, considerada la serpiente más grande del mundo. Puede llegar a medir hasta 30 pies, pero las que han sido capturadas aquí oscilan entre 16 y 18. Se han encontrado algunas de apenas dos pies, lo que significa que se están reproduciendo.

“Es un animal peligroso y llegó aquí de alguna manera ilegal. Las liberan y la población se establece, pero la gente no ve el daño que eso causa”, enfatizó.

Añadió que, con los reptiles, su tráfico puede ser más sencillo porque “caben en una cajita de 2 x 2 x 2”. Contó que ha visto casos en los que, en una caja como esa, hay entre 60 y 80 animales, como tortugas y serpientes neonatas. A las cajas, se les regula la temperatura y se oxigenan para que los animales puedan estar en ellas entre tres y cuatro días.

Aunque no son reptiles, las arañas y escorpiones también se trafican en cajas pequeñas, cuya envoltura es “fácilmente manipulable” y que pueden entregarse a domicilio, dijo Atienza.

“En Puerto Rico, se ha creado un mercado de especies exóticas y la gente se sirve como si fuera un bufé”Ramón Luis Rivera, biólogo de la División de Vida Silvestre del DRNA

Rivera explicó, por su parte, que el DRNA permite –bajo ciertas condiciones– la entrada de especies exóticas, por ejemplo, motivos médicos o exposiciones. Para ello, las personas deben tramitar un permiso con la agencia, coordinar la entrada o recogido con el Cuerpo de Vigilantes y mostrar un certificado médico (veterinario) que garantice que el animal está en buen estado de salud, entre otras gestiones.

También, el DRNA maneja una lista –en constante actualización– de especies exóticas “de menor riesgo” y elegibles para importación sin permiso.

Según Rivera, las especies incluidas en dicha lista pudieran causar un impacto adverso si se liberan, “pero puede ser atendido o controlado”.

“Así como el monitoreo del COVID-19, lo que hacemos es una evaluación de dónde han dado problemas estos animales, en otros países, y qué pudiera pasar aquí. Lo que se busca es tener una idea. Por eso, con los animales que no están en la lista, se hace un escrutinio mayor y requieren documentación exhaustiva”, dijo.

No hay un perfil definido

Al momento, no existe un perfil de las personas que trafican animales y plantas en Puerto Rico, y la experiencia de las agencias es diversa.

Atienza y Rivera dijeron, por ejemplo, que las personas buscan especies “carismáticas” o “raras”, como erizos de tierra, lémures, monos y lagartos.

Santiago indicó, por su parte, que “el contrabando con plantas y semillas se da muchas veces dependiendo de la necesidad”. Por ejemplo, tras el paso del huracán María hace casi tres años, “vimos mayor intención” de personas tratando de entrar plátanos a la isla porque los cultivos locales quedaron destrozados.

Añadió que “muchas personas traen semillas o plantas por desconocimiento”, particularmente cuando están de viaje y ven una especie que les gustaría tener en su casa, ya sea para decorar o un huerto.

Es un perfil bien variado. Hay personas que meten productos en la maleta porque piensan que no pasará nada y otras lo hacen buscando oportunidad de negocio. Pero no se pueden traer plantas ni semillas sin permiso. Quienes lo hacen, se exponen a penalidades estatales de entre $5,000 y $75,000, dependiendo de la cantidad de infracciones y el tipo de daño. A nivel federal, las penalidades comienzan en $250,000”, resaltó Santiago.

En el caso de la Policía, el comandante del área policíaca de San Juan, José Juan García, dijo que, “en la mayoría de las ocasiones”, las intervenciones en las que se incautan especies exóticas están relacionadas con el narcotráfico.

“Hay personas que trafican animales y plantas y no todas están en el mundo de las drogas”José Juan García, comandante del área policíaca de San Juan

García dirigió el Negociado de Drogas entre 2014 y 2017 y, en ese período, allanó residencias de narcotraficantes que tenían caimanes y serpientes “para intimidar”.

“En Puente Blanco, en Cataño, la teoría era que, al que desobedecía, lo tiraban a los caimanes”, contó el comandante, quien también intervino en casas en las que había monos y búhos como mascotas.

En opinión de García, el tráfico de animales y plantas en Puerto Rico es “bien oculto”. “Es mucho más cuidadoso que un punto de drogas. Es un tipo de tráfico y negocio más técnico y, por lo tanto, sus miembros se mueven entre ellos y, muchas veces, por encargo”, dijo.

Añadió que las embarcaciones privadas, provenientes particularmente de las islas cercanas, son muy utilizadas para importar especies exóticas por su difícil rastreo e identificación.

En esa línea, Rivera resaltó que en la isla se ha creado un mercado para la exportación de especies raras o endémicas, como los coquíes, y las embarcaciones o avionetas privadas son el medio principal de transporte.

“Son vías que no se documentan fácilmente, y las personas aprovechan para sacar boas, san pedritos, zumbadores y coquíes, entre muchas otras especies. Es un mercado cotizado, aunque a menos escala que el de las importaciones. Pero la gente no mide el riesgo de contagio. Al sacar una especie de aquí a un sitio nuevo y hacer contacto con las especies de allá, puede haber repercusiones graves, tanto ambientales como la salud pública”, puntualizó el biólogo.

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