Arecibo – Luego de atender a sus gallos, Ángel Luis Rosa se sienta en un viejo sofá que mira hacia un pedazo de esa inmensidad que es el océano Atlántico. Tiene una vista privilegiada, la ha tenido desde hace 77 años, cuando llegó a este mundo y por orden del destino nació en el Barrio Obrero, en Arecibo.

Sin embargo, en esas casi ocho décadas mucho ha cambiado en ese entorno, varias cosas se han ido con el bravo mar de la costa norte de Puerto Rico.

Desde el sofá, Rosa ya no puede ver el pedazo de terreno en el que él y sus vecinos jugaban pelota cuando niños.

“Estaba allí”, indicó, mientras señalaba hacia un punto en el que solo hay arena y olas que golpean casi hasta la pared de tierra, donde tiene elevado el mueble en la calle Cruz Roja, una de las tres que quedan en esta comunidad.

“Allá…donde se ven los bloques”, dijo, buscando en sus recuerdos donde ubicaba la casa en la que vivió antes de mudarse al hogar donde ahora reside y cuida de sus gallos de pelea.

La estructura ya no existe, como tampoco tres hileras de casas levantadas en esa comunidad y que se fueron perdiendo debido a la erosión que afecta este sector y que, según la comunidad, se agravó con el paso del huracán María. La erosión costera es la pérdida de sedimentos o depósitos de arena en un plano costero.

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