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La hora de actuar en favor del reciclaje es ahora

Emilio Colon Zavala

Para el 1992, la Ley 70 establecía la política pública del gobierno con relación al reciclaje. En aquel entonces, se propuso como meta que para el 2006 se reciclara 35% de nuestros desperdicios sólidos. Desgraciadamente, al día de hoy, no se ha cumplido ni con una tercera parte de esa meta. Pensamos que con solo aprobar una ley se resolvería el problema.

Por más de 27 años, el asunto urgente de los desperdicios sólidos ha estado bajo discusión en Puerto Rico. Este prolongado periodo ha hecho que lleguemos al punto donde 18 de nuestros 29 vertederos están en incumplimiento con los reglamentos. Incluso, varios de ellos tienen órdenes de cierre emitidas por la EPA. Se estima que los vertederos que continúan en funcionamiento tienen unos cuatro años de vida útil. Para agravar aún más la situación, en Puerto Rico, el individuo promedio produce 5.50 libras de desperdicios sólidos al día, en comparación con el promedio mundial para 2016, que era de 2.64 libras diarias en zonas urbanas, colocándonos número 23 en el mundo en producción de desperdicios.

Los huracanes del 2017 crearon una necesidad aumentada de construcción, sumada a la necesidad de disponer de más de 6.20 millones de yardas cúbicas de escombros. Se estima que el proceso de reconstrucción producirá una cantidad de escombros para disponer superior a lo causado por los huracanes. A esto se suma nuestra dependencia de importar sobre el 80% de nuestros insumos y de exportar aproximadamente el 90% del material reciclable.

Existe una diversidad de iniciativas que podemos explorar para atajar la situación con los desperdicios sólidos. Por ejemplo, la demolición y reciclaje de propiedades privadas impactadas por los huracanes del 2017 y la trituración de neumáticos para utilizarlos con pavimentos asfálticos. La primera de estas iniciativas podría ser financiada por la Agencia Federal de Manejo de Emergencias y permitiría que el hormigón producto de las demoliciones, que no contenga materiales como asbesto o plomo, pueda ser triturado y reutilizado. La segunda, y de acuerdo con estudios recientes, contribuiría a la durabilidad de los pavimentos, al mismo tiempo que nos permitiría atender el problema que supone el disponer de cuatro millones de llantas anuales, aproximadamente. Además, podríamos explorar las opciones que tenemos para generar energía con el metano que se produce en la descomposición de los desperdicios sólidos, sin necesariamente requerir incineración.

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