El cambio climático no es un evento hipotético que podríamos experimentar en el futuro, ni tampoco un complot o conspiración para crear pánico, como algunos alegan. Es una crisis ambiental que vivimos hoy día, creada por nosotros mismos, y directamente relacionada a nuestras actividades modernas. Hemos producido tantas emisiones de gases de invernadero en los pasados dos siglos que la temperatura de la superficie del planeta ha subido un promedio de 1.4 grados Faherenheit.
En los años recientes estamos experimentando las consecuencias: fuertes huracanes, erosión de costas debido a marejadas ciclónicas, temperaturas extremas, sequías y fuegos forestales, aparte del derretimiento de glaciales, y múltiples otros efectos.
Científicos y ambientalistas llevan años divulgando un mensaje claro y sencillo, tenemos que disminuir las emisiones de gases de invernadero causantes del calentamiento global. La intención de informar a la gente siempre ha sido promover la búsqueda de alternativas para que podamos seguir viviendo en el planeta. Especialmente se sugiere producir la energía a partir de fuentes renovables y fomentar prácticas agrícolas sostenibles.
Según empeora la crisis climática, más personas reconocen que nos enfrentamos a un problema serio, el cual amenaza nuestra supervivencia. Para las generaciones jóvenes es particularmente más grave, porque les ha tocado en herencia un planeta en deterioro. Y aunque parezca injusto, ellos no podrán continuar con los mismos estilos de vida, les tocará la encomienda de buscar soluciones urgentes y prevenir mayores consecuencias.
Por una semana, desde el 20 de septiembre, jóvenes emprendedores y comprometidos de todo el mundo lanzarán un llamado a movernos a actuar. Con la Huelga Mundial del Clima nos invitan a unirnos en este esfuerzo común. Es un llamado a no estancarnos en la preocupación o parálisis pesimista. Estudiantes de todos los niveles planifican eventos que nos permitan reflexionar en que quedarnos sin hacer nada está fuera de las opciones. Apoyemos este evento desde Puerto Rico, se lo debemos a los jóvenes de ahora, y del futuro.
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