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La naturaleza también necesita descanso

Jorge Bauza

Nos encontramos ante el experimento ecológico más grande, sin precedentes, de escala global, ocurriendo ahora en tierra y mar. Un experimento sin planificación, sin hipótesis, sin institución académica, sin fondos asignados o investigador principal. Un experimento fortuito y con un gran mensaje que ofrecer. Sucede que me di a la tarea de conversar con algunos amigos investigadores, académicos, líderes ambientales, manejadores de recursos, fraternos del litoral, para que me compartieran sus observaciones del litoral en estos días de cuarentena.

En las playas de Isla Verde me comentan sobre la gran cantidad de cangrejos fantasmas corriendo sobre la arena de la playa. El cangrejo fantasma es un cangrejo de color crema como la arena, de unas 3 – 4 pulgadas de largo, que habita precisamente donde nos gusta colocar la silla, la neverita, el camping, en la parte de la playa que llamamos berma. De hecho, es el cangrejo que más rápido se mueve en el mundo animal, de ahí su nombre, fantasma. Pero además de batir el récord de velocidad, este cangrejo es un indicador ambiental. Un indicador de una playa saludable, tranquila y balanceada. Es un centinela que avisa y comparte un mensaje. 

Mientras, en la costa oeste de Puerto Rico me comentan que las dunas están acumulando más arena que nunca y que la vegetación costera, la cobertura vegetal, aumentó de una manera “sin precedentes”. Por otro lado, en la costa norte, me informan que los tinglares (tortugas marinas) han sido muy exitoso anidando, pues logran hacer sus nidos y depositar sus huevos sin curiosos tomando fotos, celulares alumbrando y la gente chachareando. Usualmente, bajo este escenario la tortuga se cansa, se asusta y abandona todo intento de anidar. Todos lo amigos del mar consultados concuerdan en la gran cantidad y diversidad de aves marinas visitando nuestras playas. ¿Qué tienen en común estas observaciones?

Que la naturaleza necesita descanso, descanso de nosotros mismos. En esta ocasión el experimento ecológico es ese descanso, que ha llegado de manera fortuita producto de la cuarentena por el microscópico y casi invisible (¡biológicamente hablando!) COVID-19.

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