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Los depósitos submarinos de arena en Puerto Rico

Rafael W. Rodriguez Cruzado

El auge en la industrialización de Puerto Rico de 1950 a 1970 requirió grandes cantidades de arena y grava para la construcción. El recurso fue explotado con muy poca consideración ante necesidades futuras o impactos ambientales. La mayoría de la arena provenía de áreas donde era fácil y económicamente viable minarlas como en dunas y playas, lo que contribuyó significativamente a la erosión de nuestras playas.

A finales de los años sesenta el gobierno de la isla prohibió la extracción de arena en las áreas citadas. Aunque fue una legislación positiva para el ambiente, redujo drásticamente la arena disponible y se comenzó a manufacturar arena para suplir la demanda. La arena manufacturada proviene usualmente de la demolición de roca caliza, lo que podría afectar la cantidad y calidad del agua subterránea y la calidad del aire.

Existen, sin embargo, depósitos submarinos que fueron identificados y estudiados por el Servicio Geológico Federal (USGS) que podrían considerarse para suplir la demanda de arena: el Escollo de Arenas en la punta noroeste de Vieques, y en aguas al sur de Cabo Rojo. Estudios geofísicos se realizaron para determinar la extensión y volumen de ambos depósitos. Además, se analizó la composición de la arena. Se estimó que entre ambos hay aproximadamente 170 millones de metros cúbicos de arena y grava, suficiente para abastecer la industria de la construcción al menos por 20 años.

Antes de considerar minar la arena de los depósitos submarinos, es imprescindible determinar si es viable su extracción por las consecuencias que esta acción podría tener en los recursos marinos cercanos a los depósitos. Estudios de corrientes marinas y de oleaje son necesarios para identificar el efecto que tendría la extracción de los depósitos en las playas, y en ecosistemas sensitivos como arrecifes de coral y praderas de hierba marina.

Si se determina que se pueden minar sin consecuencias negativas al ambiente, la arena de estos depósitos submarinos podría utilizarse para alimentar algunas de las playas de Puerto Rico que más sufren de erosión y que son de gran importancia para el turismo. La alimentación de playas es una práctica común en varias partes del mundo y es una alternativa mucho más ambientalista que la de construir murallas para proteger propiedades de la erosión costera. Se ha demostrado que a largo plazo “armar” las playas con rocas y muros solo empeora la erosión, restando valor turístico. Aun así, alimentar las playas solo se debe considerar si el tipo y tamaño de la arena extraída del fondo marino es compatible con la arena de la playa a alimentarse.

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