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Mente empresarial en el sector ambiental

Brenda Torres Barreto

Operar eficientemente proyectos dirigidos a prevenir contaminación y proteger la salud pública requiere una pista libre de obstáculos. Para lograrlo, debemos conocer cuáles son las barreras frecuentes.

Enumero tres: la política local, eventos atmosféricos extremos y amenazas de recortes del presupuesto federal a estos proyectos. Cada uno impacta los resultados de la ejecución que llevan a cabo organizaciones sin fines de lucro. Para cada uno, debe haber un plan y estrategia que mitigue su impacto.

A nivel local, la política pública tiende a moverse a base de intereses políticos. Su norte no siempre es el interés del medioambiente. Por ende, hay que indagar en las decisiones que los políticos toman y fiscalizar públicamente las medidas legislativas aprobadas. Debemos reconocer públicamente a los que obren bien, así como responsabilizar a los que arrastren los pies para manejar este mal que aqueja al país.

Por otro lado, los eventos atmosféricos extremos atrasan nuestras agendas y amenazan el progreso de las comunidades. Esta realidad climática tiene que ser reconocida en nuestros planes de trabajo, presupuesto e infraestructura. De manera inmediata, se deben incorporar los planes de contingencia y mitigación a nuestras estrategias, así como operar desde espacios resilientes y con un sistema eléctrico que opere a través de fuentes renovables.

La propuesta presupuestaria reciente por parte de la Casa Blanca de recortar el 26% del presupuesto de la Agencia de Protección Ambiental es el dolor de cabeza de todos los años. En casos afortunados, el Congreso logra restituirlos sin aumento y en la mayoría de los casos el presupuesto disminuye.

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