Podcast
Ecotono

Temporada 3 Episodio 3

El inicio del año abeja​

Las abejas y las flores han caminado juntas en su proceso de evolución y se han adaptado tanto que resulta difícil saber quién ha influido más en quien. Lo que sí sabemos es que, con la necesidad de un gran número de plantas de polinizarse de forma cruzada, las flores se vistieron de atractivos colores y reservaron una dulce y escondida recompensa en su interior: el néctar y el polen.  

Interesadas por esa recompensa, las abejas se especializaron y desarrollaron estructuras que les permiten alcanzar el néctar y el polen, mientras las flores consiguen traspasar sus genes para el futuro. Esta acción es súper importante para la supervivencia de todas las especies.  

Esto ha llamado la atención de científicos como Tugrull Giray, entomólogo turco radicado en Puerto Rico hace más de 20 años.  

Giray comenta que, al momento, “la abeja de miel es probablemente, después del ser humano, el organismo sobre el cual sabemos más. La cantidad de información sobre las abejas es enorme”.  

Esto se debe a que este insecto comenzó a ser estudiado hace miles de años. Tanto así que “Aristóteles tiene unos estudios sobre la abeja”. 

En esas investigaciones, el filósofo y científico griego pudo notar una diferencia entre las abejas que se quedaban dentro de la colmena y las que salían. “Aristóteles pudo observar que abejas más peludas estaban dentro del nido mayor tiempo y las que no tenían esa apariencia más peluda, estaban afuera”.  

Aristóteles concluyó que las abejas más peludas, eran aquellas más viejas y por eso se encontraban por más tiempo en el interior de la colmena. Pensaba que les “estaba creciendo su barba” y que las que salían y eran menos peludas era las abejas más jóvenes.  

“Esa observación es correcta, pero la interpretación no es correcta. Las abejas que salen a pecorear [o sea, que salen a recoger el néctar de las flores] son las más viejas. Todas las abejas nacen con sus pelos, donde se pega polen y cargan polen. Ellas nacen con el conjunto completo y después pierden poco a poco ese material con la fricción y los accidentes de vida. Al final, cuando están más viejas, se quedan más lisas e incluso sus alas se dañan”.  

Este descubrimiento fue posible gracias a pruebas de laboratorio que investigan el sistema endocrino de las abejas. Los humanos también tenemos un sistema endocrino que regula las hormonas testosterona y el estrógeno y permite nuestro desarrollo.  

“En caso de las abejas, se llama la hormona juvenil. La razón por la cual se llama hormona juvenil es porque tiene un rol importante durante el desarrollo de la larva al adulto, que es diferente del rol de la misma hormona en desarrollo conductual de adulto. En desarrollo del adulto, la misma hormona controla el cambio de tareas internas dentro de la colmena versus las tareas afuera de la colmena, que son más riesgosas”.  

Las abejas también llevan información importante a la colmena. En ese sentido, “lo que es interesante es cómo la reina que está dentro de la colmena no ve la luz, no ve cambios en temperatura porque las abejas están controlando la temperatura, especialmente alrededor de ella y alrededor de las crías, mantienen 35 grados Celsius. Más o menos un grado, es lo fijo en la temperatura donde está la reina. Entonces, si no hay ese tipo de pistas, ¿cómo ella sabe y cómo decide? Puede ser que todo el sistema está involucrado, quiere decir, toda la sociedad. Así que lo que entra de comida y cómo están comportándose las abejas dentro de esa comunidad, puede enlazar la reina con el ambiente”. 

Asimismo, las abejas que pecorean pueden dar información sobre la disponibilidad de materiales para la producción de alimento. Esto puede tener una repercusión en la cantidad de abejas y colmenas. 

La colmena, “esa unidad, que está compuesta de miles de individuos, cada uno en diferentes etapas, cambia a través del año. El año de abeja, si miramos, empieza con una unidad pequeña de individuos, lo que tiene son tal vez 5,000 abejas en vez de 50,000. Eso es una décima de las abejas que pueden estar con una misma reina”, señaló Giray.  

Según el especialista en abejas, el año abeja está estrechamente relacionado a las épocas de mayor floración. Cuando hay mayor floración, aumenta la cantidad de abejas ya que la reina entiende que hay mayor disponibilidad de alimento. En cambio, cuando llega el invierno, la reina deja de producir tantos huevos ya que hay menos flores en el entorno.  

“Lo que es interesante en Puerto Rico es que en este momento estamos saliendo del invierno, estamos en enero, febrero y ya las cosas van a mejorar para las abejas. En marzo están bastante bien. Abril es excelente por lo que hemos visto”, manifestó Giray, quien asegura que el año abeja apenas comienza en la isla.   

Entrevistados:
Hilda Benítez
Eduardo Álvarez
Deborah Rodríguez Díaz
Publicado: 2020
Botón_SpotifyBotón_Anchor
Botón_Google PodcastsBotón_Apple Podcasts
Botón_Mixcloud

“la abeja de miel es probablemente, después del ser humano, el organismo sobre el cual sabemos más. La cantidad de información sobre las abejas es enorme”

La relación de los humanos con la naturaleza se transformó significativamente con la llegada de la Revolución Industrial y la Ilustración en el siglo XVIII. La idea del ser humano como parte de la naturaleza se disipó. Desde entonces, muchas personas han visto el mundo natural como un medio para conseguir recursos indispensables para la supervivencia de las personas.

Pero, según Anayra Santory, profesora de filosofía en la Universidad de Puerto Rico y directora de la División Editorial y de Comunicaciones Para la Naturaleza, debido a la crisis climática que enfrentamos, “la naturaleza empieza a jugar un rol protagónico en nuestras vidas ya no solamente

Compartir:

Contáctanos