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Prohibición contra ola creciente de basura

Alexandra Hertell

Mientras apreciaba el atardecer hermoso y la marea creciente, me fijé en como las olas lanzaban a la orilla unos objetos transparentes a mis pies. Eran botellas de plástico. En mi niñez quizás este escrito hubiera sido sobre almejitas o erizos, pero al elegir la conveniencia de utilizar un producto de plástico una sola vez sobre nuestra salud, las palabras que dan forma a esta opinión son el recuerdo del atardecer en donde el mar, convertido en un basurero, me escupió.

Hay una ola creciente de plástico. 1,000,000 botellas de plástico son compradas al minuto o 20,000 por segundo y menos del 50% son reciclados. Un estudio publicado en marzo en la BBC encontró que el 93% de 250 botellas de agua examinadas en nueve países contenían contaminación de partículas de plástico. Los alarmantes hallazgos reflejan que el plástico está en todos lados. Se ha convertido en un material omnipresente que se encuentra dentro de la misma agua que consumimos.

En Puerto Rico, se estima que cada persona produce 6.5 libras de desperdicios diariamente lo cual genera 8,500 toneladas de basura al día -según estimados de la Junta de Calidad Ambiental (JCA). Esto hace que la situación de los vertederos en Puerto Rico sea una muy precaria con la vida útil de estos sistemas siendo aun más afectada debido a la enorme cantidad de escombros recibidos, y que siguen llegando, a más de un año del paso del huracán María. El administrador regional de la EPA, Pete López, visitó a la isla recientemente y mencionó iniciativas de reducción en la fuente o punto de origen de materiales como una de las alternativas para enfrentar este problema. Tal iniciativa presentada como proyecto de ley por el representante Joel Franqui Atiles fue aprobada por la Cámara en octubre, con el fin de prohibir el uso de envases de polietileno en restaurantes. Esta decisión hay que aplaudirla.

La basura que termina arrojada en la naturaleza degrada la calidad del aire, agua y suelo, afectando la salud de todos y el bienestar de nuestras comunidades. Por usar solo el ejemplo del plástico y sus repercusiones en el océano, se ha probado que el producto se va rompiendo lentamente en microplásticos casi invisibles que jamás biodegradan, perjudicando así las especies marinas que lo habitan y a nosotros, que consumimos.

Se estima que cada año ocho millones de toneladas de plástico entran al océano. Es lo equivalente a arrojar un camión de basura repleto de plástico en el mar cada segundo.

Exhorto a la Cámara de Representantes a extender la prohibición del polietileno para incluir todo plástico de un solo uso, aliviando así nuestros vertederos y protegiendo la salud de los ciudadanos y el medio ambiente.

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