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Arte Puertorriqueño en el Whitney Museum

Arte Puertorriqueño

Cinco monotipos realizados por la arqueóloga y documentalista estadounidense Mónica Flaherty, que son parte de la colección cultural de  la organización Para la Naturaleza, se exhiben en el Whitney Museum of American Art, en Nueva York, donde se han integrado a la instalación del artista puertorriqueño Jorge González. González es uno de siete artistas latinx participando de la exhibición Pacha, Llaqta, Wasichay.

Pacha denota universo, tiempo, espacio, naturaleza o mundo; llaqta significa lugar, país, comunidad o pueblo; y wasichay quiere decir edificar una casa, en quechua, el idioma indígena hablado por más personas en América. La exposición destaca el trabajo de siete artistas emergentes latinx que están trabajando en los Estados Unidos y Puerto Rico: william cordova, Livia Corona Benjamín, Clarissa Tossin, Guadalupe Maravilla, Claudia Peña Salinas, Ronny Quevedo y Jorge González.

Los monotipos de Mónica Flaherty fueron creados en 1957 durante una investigación de campo en el río Coabey, en Jayuya, por la arqueóloga estadounidense, quien residió por muchos años en Puerto Rico e Islas Vírgenes y se dedicó al estudio de la cultura taína.

Sobre los monotipos de Flaherty y su incorporación a la instalación, González señala que “me interesa cómo lo entendemos como material científico, pero a su vez también tengo un interés en el valor artístico que tienen fuera del mercado del arte. Y el diálogo que podemos establecer con las distintas interpretaciones que hay sobre estos petroglifos”.

La instalación de González se titula Ayacabo Guaracoel -que en taíno significa “conozcamos a nuestro abuelo”. Según explica Marcela Guerrero, curadora asistente del Museo Witney, “González ha incorporado a su práctica la recuperación de conocimientos artesanales, un gesto que la isla necesita desesperadamente en un momento en el que se enfrenta a un periodo de incertidumbre económica y de recuperación estructural tras el huracán María”.

Añade Guerrero que “otra ‘traducción’, según las llama González, de conocimiento puede apreciarse en las impresiones que Monica Flaherty realizó de los petroglifos taínos, como los encontrados en el pueblo de Jayuya a mediados de los años cincuenta y los estudios que publicó acerca de ellos”.

Para Guerrero, los monotipos que incorpora González en su instalación “forman un puente que atraviesa distintas temporalidades. Durante una visita de unos galeristas que recibimos en la instalación, algunos nos señalaron que eran piezas que les parecían muy contemporáneas”.

De otra parte, desde la inauguración de la instalación y la muestra, se ha incorporado al público participante mediante jornadas lecturas de poesía, teatro, décimas y talleres alfarería de indígena de Puerto Rico de la mano del Taller Cabachuelas de Morovis. Se trata de un espacio poético donde conversan lo habitable, el diseño, la memoria, la oralidad, la inmemorial destreza artesanal, el arte, la ciencia y la naturaleza.

La instalación Ayacabo Guaracoel, incluida en la muestra Pacha, Llaqta, Wasichay: espacio indígena, arquitectura moderna, arte nuevo, están en exhibición desde el pasado 13 de julio y concluirá el 30 de septiembre.

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