Reconocer el valor de las pequeñeces es una característica que le ha servido a la científica Jennifer Gil, de 26 años, como energía para impulsar un proyecto dirigido a educar sobre la importancia de las microalgas.
Su pasión por las cosas pequeñas nació cuando era una niña. Con el pasar de los años, se dio cuenta de que anhelaba que las personas, independientemente de su edad, reconocieran el valor las microalgas, que no son visibles sin un microscopio.
Estos microorganismos fotosintéticos, sin embargo, son la principal fuente de nutrientes en el océano. Incluso, una gran cantidad de organismos marinos se alimentan de ellas.
“Son bien importantes porque la mitad del oxígeno que respiramos viene de ellas. No podemos vivir sin ellas. También, son las responsables en las redes alimenticias, y sabemos que sin ellas ningún organismo acuático pudiera existir”, destacó.
“A mí siempre me ha gustado todo lo que sea pequeño, que se pueda ver en el microscopio. Las microalgas me consiguieron a mí cuando yo estudiaba nanotecnología en la Universidad de Puerto Rico Recinto de Río Piedras. Yo digo que son el futuro porque tienen muchos usos”, mencionó Gil.
El año pasado, su interés por las microalgas la convirtió en la única puertorriqueña en ganar la Fulbright-National Geographic Digital Storytelling Fellowship, una prestigiosa beca que otorgan la National Geographic Society y el Buró de Asuntos Educativos y Culturales del Departamento de Estado federal.
El uso sensorial con un propósito científico
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