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Ciclos Infinitos: reflexiones acerca de la Residencia de Investigación en Ciencia, Arte y Naturaleza

Ceiba

Celebrando la continuidad de la “polinización cruzada” intrínseca de la Residencia de Investigación en Ciencia, Arte y Naturaleza, se llevó a cabo el evento Ciclos Infinitos, una última olla común, que marcó el cierre de la residencia artística 2023, de la curadora chilena Camila Marambio, y el inicio de la 2024, con la cineasta y artista interdisciplinaria puertorriqueña Llaima Suwani Sanfiorenzo.

La actividad, caracterizada por momentos de reflexión sobre ciclos que concluyen y otros que inician, se llevó a cabo en el Área Natural Protegida Las Lunas, en Caguas, y contó con la participación de Marambio, Sanfiorenzo, la ecóloga y bióloga chilena directora del Wildlife Conservation Society de Chile, Bárbara Saavedra; el presidente Para la Naturaleza, licenciado Fernando Lloveras San Miguel; el artista sonoro, Joel “Yoyo” Rodríguez, además de la artista Christy Gast y la curadora Karolin Tampere, del colectivo eco-cultura Ensayos, liderado por Marambio.

Durante el encuentro, Marambio reflexionó en torno a su residencia; Saavedra y Lloveras destacaron el valor de trabajar con artistas en proyectos de conservación y Sanfiorenzo presentó su práctica artística. Por otro lado, se ofrecieron tres recorridos: por la Casa Hambleton, con Natalia Rodríguez, oficial de Ecodetour; flora y fauna, con Carlos Andrés Rodríguez, coordinador de Ecodetour, y uno olfativo, con Gast. Por último, los asistentes disfrutaron de una olla común compuesta de  “bacalao a la noruega”, cocinada por Tampere.

Polinización cruzada

Frente a una numerosa y cautiva audiencia, Saavedra y Lloveras conversaron sobre el valor de los procesos experimentales y artísticos para la conservación ambiental.

El presidente de la organización reflexionó sobre el comienzo de la residencia artística. “Desde que empecé hace 21 años, no habíamos podido llegar a este punto, porque siempre hay muchas otras actividades, pero sabía que teníamos que integrar esta comunidad (artística) y estas mentes creativas en la organización”, recordó, al tiempo que destacó que “las burocracias y las organizaciones son organismos vivientes también”, por lo que la fusión de estos espacios es compatible.

“Para mí, la creatividad no es otra cosa que la irreverencia de lo que es aceptable. Nosotros, desde que nacemos, casi nos empiezan a poner en una caja”, a lo que agregó Lloveras, que “en una organización hay su jerarquía, que siempre he tratado de reducirla al mínimo para que sea lo más horizontal posible. Pero también se crean subestructuras bien estándares, bien estructuradas, bien rígidas, de metas, evaluaciones, métricas… etcétera. Entonces, todo eso sigue un poco encajonando”, reflexionó el presidente Para la Naturaleza, quien, reconociendo la importancia de las estructuras dentro de cada organización, también se planteó “cómo podía tener esa otra dimensión de repensar las cosas, de cuestionarlas. Eso es lo que yo busqué en este programa, que comenzó con Luis Berríos Negrón (2022) y el segundo año, con Camila y este año, se comienza una nueva residencia (con Sanfiorenzo)”, estableció Lloveras, quien describió la residencia artística y su intersección entre las artes, la ciencia y la conservación, como una suerte de “polinización cruzada”.

La ecóloga Bárbara Saavedra, por su parte, planteó que más allá de “conservar áreas protegidas, se trata de traer la conservación en nuestro quehacer diario. Desde lo más pequeño a lo más grande, y juntar todas esas piezas”.

“La conservación es acercar fundamentalmente tres cosas. La primera es la transformación. Entonces, el salir, el conectar con otros, que no son todos los que están dentro de una organización, no son las que son parecidos a una, ni siquiera son los que están a veces dentro de tu propio país o dentro de tu propia familia. Es el mandato global más importante para la conservación y eso no ocurre de manera espontánea; ocurre con un segundo elemento, que es la creatividad”, destacó la ecóloga chilena.

Saavedra señaló, además, que “tenemos que crear nuevas formas de reconocernos en lo que somos y de poner en práctica ese reconocimiento y lo esencial de eso, viene de la creatividad. El mundo de las ciencias es un espacio extremadamente creativo. No es una propiedad única del mundo de las artes”. El tercer elemento crucial que mencionó la ecóloga es la diversidad. “La mayor parte de esa biodiversidad todavía es invisible a los ojos de nosotros”, afirmó.

El nudo como metáfora

Marambio reflexionó sobre su año de residencia y el valor de celebrar ciclos que cierran y que comienzan.

Siguiendo esta línea, comentó que en el mundo del arte, se suelen realizar aperturas. “A mí me gusta más bien celebrar el fin. Porque creo que ahí recién uno alcanza a entender algo sobre lo que se transitó, sobre cómo ese proceso te enseñó… qué cosas inesperadas sucedieron, y se empieza a percibir la semilla que brota, que está por brotar, y que seguramente fue una semilla que se plantó en alguna parte del proceso”, expuso. Durante su residencia artística, la curadora chilena dirigió grupos de lectura y de pensamiento en la organización, cuyas reflexiones fueron vertidas en el Sentipensar ecofeminista, mazo de cartas con profundas reflexiones sobre la naturaleza y la existencia.

“Para mí es un tremendo gozo, júbilo, pensar en que Llaima Sanfiorenzo viene ahora, como artista en residencia. Creo que hay una continuidad que revela que esta residencia está por fuera del marco del artista como un gran autor que trabaja su obra a título personal”, compartió y enfatizó, además, en la necesidad de que artistas comprometidos con los territorios, las comunidades, los ecosistemas y la biodiversidad “se vayan traspasando las oportunidades y los conocimientos”. 

“El hecho de que yo me pueda quedar en esta isla, y apoyar también a Llaima, y ser parte de sus procesos, refuerza esta idea de que cada uno de nosotros somos artistas de una trama compleja, que a veces se ‘anuda’, y a mí me gusta mucho la idea de los nudos. Creo que los nudos son momentos de sinergia en donde las cosas se aprietan y pueden ser más resistentes. Y luego, hay necesidad de que esos nudos se suelten y volver a disolverlos. Entonces estos ciclos infinitos hablan mucho de eso”, puntualizó Marambio, quien ahora se desempeña como curadora de nuevas perspectivas de la organización.

Máquina congeladora de relatos

Por su parte, Sanfiorenzo, artista residente entrante con más de 14 años de experiencia como cineasta, se describe como una “amante de la naturaleza desde mi niñez” y una humanista a través del ‘storytelling’ y del reconocimiento de las historias pequeñas y grandes de los seres humanos.

“Crecí en un bosque y para mí, es un momento cúspide donde yo voy a tener la oportunidad de unificar mi pasión por la conservación de la naturaleza, mi pasión por la defensa del ecosistema y de los espacios naturales para que el ser humano se pueda desarrollar, pero al mismo tiempo, donde voy a poder aplicar una metodología que formé, que fundé, que tiene que ver con el autoconocimiento del ser humano, pero en este caso, este año, con un enfoque en el autoconocimiento y la conservación de los ecosistemas, y sobre todo, la biodiversidad de las historias. Todo lo que sirve para definir la conservación ambiental, también sirve para definir el proceso de conservación de la historia personal, que de alguna manera, estamos conservando, a través del video”, expresó. 

La humanista describe el video como una especie de “máquina congeladora” de la conservación de las pasiones y de las personas que protegen la naturaleza. “Al mismo tiempo, la naturaleza está ahí como el personaje principal, o digamos, la escenografía principal de todas nuestras historias”, señaló, a lo que agregó que su práctica consiste en una mirada estética hacia la naturaleza y las personas, que evidencia un gran respeto a través del lente de una cámara, o en este caso, a través de un proceso de autoconocimiento.

Sanfiorenzo describe su metodología como una guiada por la dignidad, pues, en ocasiones, los relatos que se hacen del otro, pueden, inadvertidamente, explotarlo o hiperrepresentar su realidad. 

Su meta es llevar a cabo este proceso durante todo el año en curso, con diferentes grupos focales, con los equipos de la organización y seres humanos que participan de la biodiversidad en el archipiélago puertorriqueño.

“No puedo decir a qué número de guiones vamos a llegar, pero estaremos como hormiguitas ahí, poco a poco, haciendo el proceso del taller y de la metodología, y al mismo tiempo, eso va a nutrir mi práctica como artista, como videoartista, que la llevo paralela a mi práctica del autorretrato documental, que es mi servicio a Puerto Rico y al planeta”, abundó. 

“Los guiones que vamos a escribir son de entre tres a cinco minutos. Al final, terminan siendo autorretratos de esas personas guiados por mí. Yo soy la maestra de ceremonias en su proceso de autoconocimiento”, explicó.

 “Aquí lo que se trata es de que haya un proceso de autoconocimiento y que orgánicamente ese proceso te lleve a crear una representación justa y sencilla sobre ti y cómo tú te quieres presentar al mundo”, concluyó la cineasta.

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