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El Estuario de la Bahía de San Juan alerta sobre los microplásticos

microplásticos

El sorbeto blanco saltaba a la vista entre algas y yerba marina recolectadas. Su hallazgo sirvió como crudo recordatorio de la amenaza que representa para el ecosistema la presencia de plásticos en el agua.

Su recolección formó parte de un ejercicio dirigido ayer a encontrar pedazos de plástico en el agua, como parte del Día Internacional de Limpieza de Costas. El esfuerzo impactó con voluntarios playas entre los pueblos de Toa Baja y Loíza.

El Programa del Estuario de la Bahía de San Juan se unió a la limpieza y, junto a vigilantes del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA), explicó su proyecto más reciente: el muestreo de microplásticos en el agua.

Los microplásticos son partículas de 5 milímetros o menos de plástico encontradas flotando en el agua. Estos representan una amenaza a la cadena alimenticia, y tienen el potencial de ser altamente tóxicos, advirtió Brenda Torres Barreto, directora ejecutiva del Programa.

“Los plásticos no se degradan. Continúan y continúan al punto de volverse finitos. De hecho, hay unos que son nanoplásticos que se filtran en la piel de los peces. Siguen bajando en diámetro, pero no desaparecen”, explicó.

El sorbeto fue localizado luego que se lanzara al mar lo que se conoce como un “manta trawl”. Se trata de una malla sujetada por una pieza de aluminio flotante que, a su vez, está amarrada a una embarcación. La malla tiene un recipiente donde se recoge todo el material flotante.

El ejercicio se realizó en una lancha del DNRA en el área que comprende el Club Náutico y el Muelle Panamericano, en San Juan. Luego de un recorrido de 20 minutos con la red en el agua, el director científico del Programa, Jorge Bauzá, trajo la malla a la lancha para ser examinada.

El sorbeto encontrado se destacaba en un recipiente. Luego de sacarlo con sus manos junto a algas y yerba marina, Torres Barreto observó un pedazo de plástico de 10 milímetros, y Bauzá lo removió con unas pinzas.

“Un problema”

“Luce inofensivo, pero un pez se lo come y se convierte en un problema de toxicología”, dijo Bauzá, al recordar que, en la medida que ese pez es devorado por otro de gran tamaño, se abre la posibilidad de que ese pedazo de plástico termine en el sistema digestivo de un ser humano.

Bauzá añadió que el 80% del plástico que llega al mar sale de tierra firme.

Ese pedazo de plástico, de hecho, podría estar contaminado con sustancias químicas nocivas a la salud, como ocurrió con una muestra recolectada en la costa frente al Parque Recreativo La Esperanza, en Cataño, que fue enviada a la Universidad de Tokio para ser examinada.

La malla utilizada en el ejercicio de ayer fue donada, elaño pasado, por la Agencia federal de Protección Ambiental al Programa del Estuario.

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