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El genoma del roble revela el secreto de la longevidad de los árboles

roble arbol inglaterra

Un equipo de científicos ha secuenciado el genoma del roble, que se expande por tres continentes, para comprender qué se esconde detrás de su larga vida. El estudio demuestra que el sistema inmunitario desempeña un papel clave para asegurar su supervivencia centenaria.

El siglo XVII presenció el nacimiento de Isaac Newton, unos de los científicos más relevantes de la historia, autor de la ley de la gravitación universal. A la sombra de este físico y matemático inglés vieron la luz unos robles que siguen vivos hoy, 350 años más tarde. Pero no son un caso único.

En 1965, un estudio publicado en la revista Ecology por el geólogo Donald Currey permitió dar con el hasta entonces árbol más viejo del mundo: un pino de Colorado (Pinus aristata) de 4.844 años en la montañas de Nevada en EE UU. El árbol, apodado Prometeo, fue talado por error.

Desde entonces, han aumentado las medidas de protección y el ranking de árboles longevos se ha ampliado. A Prometeo le siguen ahora dos ejemplares de Pinus longaeva que ocupan los dos primeros puestos, uno denominado Matusalén de 4.845 años de antigüedad y otro de nombre desconocido de unos 5.062 años, de las Montañas Blancas de California. Y surge la pregunta: ¿cómo pueden vivir tantos años estos seres vivos?

Un equipo internacional de científicos, liderado por Christophe Plomion, de la Universidad de Burdeos en Francia y con la participación de la Universidad de Gerona, revela que la larga vida útil de los árboles podría explicarse por la expansión de unos genes resistentes a las enfermedades. El estudio, publicado en Nature Plants, explicaría cómo algunos árboles pueden sobrevivir durante siglos a pesar de las adversidades.

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