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En riesgo el patrimonio puertorriqueño

fortificaciones San Juan

Al otro lado de la línea telefónica, el diplomático de la Embajada de Grecia en Washington responde sorprendido.

-No, no. Eso no ocurrió- contesta con indignación. Refuerza levemente el tono de voz.

Con orgullo reparador explica que, desde el estallido de la crisis en 2009, y, a pesar de obligaciones superiores a $300 mil millones -un maremoto comparada a nuestra marejada de $73 mil millones- Grecia no vendió su patrimonio cultural o natural, ni una sola ruina antigua, ni un solo edificio histórico, ningún bosque o paisaje natural mediterráneo, una sola isla o islote. No se consideró nunca canjearlos por la deuda del país.

En Grecia, aclara el funcionario griego encargado de la prensa,

-El gobierno negociaba directamente con los acreedores.

Durante los tratos financieros, recortes, restricciones, alzas de impuestos, despidos, recortes de salarios, reducción gubernamental y privatizaciones los representantes de los bancos, los fondos buitres, las instituciones internacionales pactaban los términos cara a cara con Grecia y sería impensable suponer que el gobierno entregara el patrimonio del pueblo.

El patrimonio cultural y natural de un país lo componen la herencia mueble e inmueble de valor irremplazable para su cultura, su historia, su identidad, su memoria y su contexto visual, y, asimismo, los monumentos y reservas que la naturaleza haya legado a través del tiempo. Ejemplos en Puerto Rico serían los edificios y fortificaciones del San Juan antiguo, las lagunas bioluminiscentes, el bosque de El Yunque o el Corredor Ecológico del Noreste (CEN).

Al igual que Grecia, nuestro país se encuentra en medio de una apabullante deuda de $73 mil millones, asediado por acreedores y depredadores, y, también, el gobierno central es custodio de un patrimonio cultural o natural que, en teoría, podría emplearse para saldar los impagos con sus demandantes o la obtención de liquidez.

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