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Hace 50 años tuvimos una epifanía cultural

No es casualidad que hace 50 años se celebró el primer Día de la Tierra, y que ese mismo año se fundó el Fideicomiso de Conservación de PR (que luego se convertiría en Para la Naturaleza). Hace 50 años tuvimos una epifanía cultural: nos dimos cuenta que nuestro impacto a la naturaleza tiene una repercusión severa y directa en nuestra calidad de vida y en nuestra seguridad como civilización.

Llegar a esta conclusión impulsó un movimiento ecologista que ha tenido un impacto positivo a nivel global y que ha recurrido a la educación, al activismo y a la creación de organizaciones como Para la Naturaleza. Todas esas estrategias procuran la cooperación humana para proteger áreas naturales y los servicios que ofrecen, vitales para nuestra supervivencia y la de muchas otras especies.

La naturaleza responde a nuestras acciones. Es un reflejo de quienes somos. Es un espejo de nuestra sociedad y de cómo interactuamos entre nosotros. Hacerle daño es hacernos daño a nosotros mismos. Nos movemos juntos en sus ciclos. Somos inseparables. Todos los días dependemos de la naturaleza, de sus servicios, de su bondad y de su belleza. Todos los días inhalamos su oxígeno, y nos alimentamos de la diversidad de sus frutos. Todos los días nos cobijamos con el azul de sus cielos y con las estrellas durante sus noches.

Cincuenta años mas tarde estamos teniendo un nuevo entendimiento. La naturaleza ha demostrado su capacidad de sanarse, de recuperarse rápidamente. Sin intervención humana. Al contrario, con solo darle espacio se va sanando sola. Basta con mirar al mar y ver sus aguas cristalinas, y respirar el aire más puro y limpio que se ha respirado en mucho tiempo en todo el planeta. En lugares donde no parecía haber remedio, la naturaleza ha demostrado su capacidad sanadora. Solo con un poco de espacio la Madre Tierra nos ha mostrado su nobleza. Hemos comprobado que la humanidad se puede unir por una causa y actuar al unísono. La causa más importante de nuestra generación es precisamente tomar nuevas decisiones respecto a nuestro planeta.

Cinco décadas más tarde seguimos la conmemoración, ya sea a través de iniciativas ecológicas atadas a la celebración de este día, o ya sea a través del trabajo de conservación de organizaciones como Para la Naturaleza. Pero la conservación y la protección de nuestros ecosistemas no se debe limitar a un solo día. La naturaleza no se debe dar por sentada. Se debe conmemorar a diario a través de acciones que reflejen nuestro sentido de responsabilidad por nuestro hogar compartido. La Tierra es el único hogar que tenemos y que tienen incontables criaturas que aún no conocemos.

Actuemos hoy y todos los días.

Joaquín Alonso Mont
Superintendente Región Norte
Para la Naturaleza

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