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Hacienda Enriqueta: un hermoso viaje al pasado

Al cruzar el portón principal de la antigua Hacienda Enriqueta, viajas a través del tiempo para revivir la historia del único ingenio azucarero que hubo en este pueblo.

Fundada en 1884, fue adquirida por el alemán Gohan Heinrich Wilhem Kleinbring, quien unos años antes llegó a Puerto Rico a trabajar en la Central Coloso. Adquirió terreno con dos estructuras ya construidas y poco a poco lo convirtió en hacienda. Kleinbring se casó con María Dolores Sotomayor Riollano, con quien tuvo a su única hija, Enriqueta Nicanora, y en su honor nombraron el lugar.

“Fue un gran emporio azucarero para la época. Movilizó la economía del pueblo de Moca. Él aportó muchísimo a la economía municipal como tal en la fundación del pueblo y ocupó algunos de los cargos en lo que se conocía como la Asamblea Municipal”, explicó la abogada Laura I. Santiago Loperena, custodia del ahora museo privado.

Cuando fallece Don Kleibring, su hija, quien se casó con Tomás Babilonia, hereda la finca. Babilonia agrandó la hacienda hasta lograr un total de 70 cuerdas de terreno, aumentando la producción de azúcar al doble. También sembraban chinas y café.

En 1925 Babilonia le vende la propiedad al ingeniero químico Alberto Esteves, quien le hizo algunas remodelaciones y extensiones, manteniendo el estilo de la hermosa casa, que en 1967 fue adquirida por el cardiólogo Eleuterio Loperena, tío de Laura. Su amor por la historia y por la conservación de la cultura, llevó al mocano a convertir su residencia en una casa museo.

“Esta era la casa, como quien dice, del pueblo, porque aquí tú entrabas sin pedir permiso. Es un tesoro de antigüedades”, describió Santiago.

El primer nivel exhibe piezas como muebles de estilo colonial, planchas para la ropa de distintas épocas, cámaras fotográficas, pinturas, lámparas, imágenes de los dueños originales de la hacienda, cartas de esclavos libertos y afiches alusivos al pueblo de Moca y a la novela La Llamarada de Enrique Laguerre, quien visitó la casa en múltiples ocasiones.

En su segundo nivel, se encuentra la residencia donde vivió hasta hace unos años el doctor Loperena, -quien tiene 95 años y se mudó por razones de salud-, cuyas pertenencias su sobrina guarda y cuida con recelo.

La estructura -que ha sobrevivido a huracanes y terremotos- también conserva en su sótano una bodega de vinos que preparó Loperena y del cual aún disfrutan amigos y familiares.

“Es un remanso de paz para el que llega. Y a nosotros nos encantan las visitas. Hacemos lo imposible por estar aquí. Todos salen encantados. No sé si por lo mismo, porque sienten se transportan en la historia y en la época. Y se llevan un poquito del saborcito del guarapo de caña”, expresó la anfitriona.

Las visitas a la Hacienda Enriqueta -ubicada en la carr. 125 km 0.9- se coordinan por cita llamando al 787- 637-6354. El costo del recorrido es un donativo sugerido de $5 por persona.

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