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Ignoran la emergencia en Las Salinas de Cabo Rojo

A un año de la certificación de emergencia en Las Salinas de Cabo Rojo por los efectos del cambio climático, no se ha ejecutado un solo proyecto de mitigación o remediación de impactos ni para preservar la integridad del ecosistema debido a falta de fondos.

Además, el asunto parece haber caído en las garras de la burocracia, hasta el punto que la información ofrecida ayer era contradictoria.

La certificación, emitida el 11 de diciembre de 2019 por el Departamento de Seguridad Pública y el Negociado para el Manejo de Emergencias y Administración de Desastres, proveía para que el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) aprobara “cualquier acción de emergencia que conceda a esta comunidad soluciones temporales necesarias para proteger las áreas que se afectan”.

Eran los ciudadanos o el Municipio de Cabo Rojo, por ejemplo, los que debían solicitarle al DRNA un permiso de emergencia que diera paso a las soluciones temporales.

En entrevista con El Nuevo Día, el alcalde saliente de Cabo Rojo, Roberto Ramírez Kurtz, aseguró que solicitó dicho permiso y que, incluso, acompañó su solicitud con una ordenanza municipal a través de la cual se declaró una emergencia en Las Salinas. Sin embargo, el portavoz del DRNA, Joel Seijo, indicó que “ni el municipio ni nadie sometieron algo para evaluación de la agencia”.

En diciembre de 2019, la Oficina Central de Recuperación, Reconstrucción y Resiliencia (COR3, en inglés) informó que evaluaba un proyecto de mitigación para Las Salinas. Empero, la portavoz de la agencia, Leticia Jover, sostuvo ayer que “no tenemos nada en sistema” sobre dicho proyecto.

Ramírez Kurtz dijo, entretanto, que solicitó –y aún espera que le aprueben– $1 millón en fondos del Programa de Subvención en Bloque para el Desarrollo Comunitario para la Recuperación ante Desastres (CDBG-DR, en inglés) “para mejorar” Las Salinas. Agregó que, como parte de la transición municipal, abogará “para que este asunto sea tratado con prioridad por la nueva administración”.

Hasta ahora, el único paso de avance lo ha dado el Servicio federal de Pesca y Vida Silvestre, que consiguió $1 millón para la restauración del ecosistema. Ana Román, administradora interina del Refugio de Vida Silvestre de Cabo Rojo, aclaró, de inmediato, que la cantidad es insuficiente.

“Lo que se está tratando de hacer es rellenar la duna… que se pueda hacer una barrera lo más natural posible. Con el dinero que conseguimos, solo podemos trabajar en las áreas bajo nuestra jurisdicción y, con el cambio de gobierno, hay que buscar nuevas aprobaciones e insumos. Tenemos que buscar más aliados y dinero porque, con $1 millón, no da”, dijo Román.

Debido al alza en el nivel del mar y marejadas fuertes, ha habido intrusión en Las Salinas, alterando no solo el área donde se extrae sal hace 509 años para fines comerciales, sino también el hábitat de aves migratorias y otras especies.

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