Menú

Insostenible el manejo del agua en Puerto Rico

Más que un problema de abasto, el racionamiento que ya afecta a 16,000 clientes de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados (AAA) –que podría expandirse esta semana– evidencia un manejo insostenible del recurso agua y una ausencia de estrategias integradas y diversas para asegurar la continuidad del servicio en épocas de sequía.

Esa es la opinión de varios expertos en planificación, ingeniería y gestión ambiental consultados por El Nuevo Día, que lamentaron la dependencia absoluta en que llueva para que los puertorriqueños reciban agua en sus hogares.

Precisamente, la AAA se mantenía ayer vigilante al embalse Carraízo, que lleva casi dos semanas en el nivel de ajustes operacionales. Una onda tropical que pasó sobre el área local no produjo la lluvia esperada, y Carraízo bajó 7 centímetros respecto al viernes para situarse en 37.46 metros. Si la tendencia a la baja continúa, la corporación pública podría anunciar un plan de racionamiento para 180,000 abonados en el área metropolitana de San Juan.

Los clientes que ya experimentan interrupciones programadas, en Río Grande, Canóvanas, Loíza y San Lorenzo, reciben agua de plantas que se nutren de ríos cuyos caudales han bajado por la sequía.

“Es una vergüenza que, estando rodeados de agua y habiendo pasado meses de mucha lluvia, estemos hablando de racionamiento. No podemos depender de la lluvia para tener agua; eso es inaceptable desde el punto de vista de la ingeniería. Es un problema de planificación estratégica”, dijo el presidente del Colegio de Ingenieros y Agrimensores, Juan Alicea.

Según el Servicio Nacional de Meteorología (SNM), enero de este año fue el cuarto más lluvioso desde que comenzaron los registros en 1989. Ese mes, la estación meteorológica del aeropuerto internacional Luis Muñoz Marín registró 9.08 pulgadas de lluvia, lo que representó 5.32 pulgadas por encima de lo normal o esperado para la fecha.

Asimismo, febrero pasado culminó como el más lluvioso en la historia climatológica del país, con 8.23 pulgadas de precipitación registradas en el aeropuerto. Hasta entonces, de acuerdo con el SNM, el récord del febrero más lluvioso era de 1950, con un registro de 7.90 pulgadas.

“¿Cómo es posible que, apenas cuatro meses después de esos records, estemos hablando de racionamiento? Puerto Rico tiene que evolucionar a que, aunque haya una sequía, que es algo que no podemos controlar, no tengamos racionamiento. Las medidas están y se conocen, pero uno o dos meses antes de un racionamiento no es mucho lo que se puede hacer, excepto conservar agua”, indicó, por su parte, el exdirector de la División de Protección Ambiental del Caribe de la Agencia federal de Protección Ambiental (EPA, en inglés) Carl Soderberg.

El más reciente informe del Monitor de Sequía de Estados Unidos, publicado el jueves, detalla que el 77.48% del país exhibe condiciones anormalmente secas. De ese total, 59.84% está bajo sequía moderada y 26.11%, en sequía severa.

El jueves, el SNM informó que el este-interior de la isla acumula un déficit de lluvia de entre 8 y 12 pulgadas. Otros sectores, en pueblos como Trujillo Alto, Canóvanas y Loíza, tienen un déficit de entre 12 y 16 pulgadas. El término de déficit de lluvia se refiere a la precipitación que no recibe en un tiempo determinado. En el caso de Puerto Rico, ese período es 60 días.

Ejemplos a seguir

Alicea, Soderberg y el planificador Félix Aponte, quien hasta el 19 de junio ocupó una silla en la Junta de Gobierno de la AAA como representante del interés público, señalaron que Puerto Rico debe mirar y emular lo que han hecho varios países, a lo largo y ancho del planeta, para manejar efectivamente el recurso agua.

Cerca de aquí, en las Antillas Menores, es común que viviendas y comercios tengan aljibes para colectar lluvia y usar esa agua en diversas tareas, como limpieza, riego y procesos industriales. En islas como St. Thomas y St. Croix, por ejemplo, la colección de lluvia en aljibes es requerida por ley y se complementa con la desalinización de agua de mar.

La desventaja de la desalinización es su alto costo operacional, particularmente en consumo energético, dijo Aponte. Resaltó, no obstante, que, en ciudades como Sídney, Australia, hay proyectos para desalar agua de mar utilizando energía solar.

“En Sídney, anticipándose a las consecuencias del calentamiento del planeta, hace seis u ocho años, iniciaron este proyecto de usar energía solar para remover sales a ciertos caudales de agua para incorporarlos al sistema, y han tenido éxito. Es una opción que Puerto Rico debería mirar”, afirmó el planificador.

Alicea resaltó, entretanto, que la cogeneradora EcoEléctrica, en Peñuelas, tiene una planta desalinizadora, cuya producción se utiliza para enfriamiento y otros procesos internos. “No es la planta más moderna, pero les ha dado bastantes buenos resultados”, sostuvo.

Otra iniciativa que, en varios países, ha sido exitosa, pero que en Puerto Rico está en pañales, es el reúso de las aguas tratadas. Israel, por ejemplo, reúsa el 80% de sus aguas y lo combina con desalinización para que, a sus habitantes, no les falte el servicio en pleno desierto.

Igualmente, Singapur, que importaba toda su agua de Malasia, cortó la dependencia al decidir reusar el 100%. Esto significa, incluso, que la potabilizan para hacerla apta para consumo humano.

“En Singapur, decidieron ser autosuficientes y reúsan el 100% de las aguas tratadas. Ellos tienen unas plantas que llaman fábricas de agua, en las que tratan las aguas usadas y las descargan a los embalses para que suplan las potabilizadoras”, explicó Soderberg, quien es director ejecutivo del Capítulo de Puerto Rico de la Asociación Interamericana de Ingeniería Sanitaria y Ambiental.

Añadió que, en San Diego, California, reúsan las aguas tratadas para abastecer los acuíferos (sistemas de agua subterránea). En todo el estado, que produce el 40% de las frutas y vegetales en Estados Unidos, también se reúsa el agua tratada para riego agrícola.

La AAA trata aproximadamente 200 millones de galones de agua diarios en 51 plantas, según datos provistos por la corporación pública. Con la autorización de la EPA, esa agua se descarga directamente al mar y otros cuerpos superficiales, como ríos y quebradas. Aquí, la única instalación que reúsa agua tratada es la cogeneradora AES Puerto Rico, en Guayama, que consume 5 millones de galones al día, provenientes de una planta de filtros aledaña, para procesos de enfriamiento.

Pérdida inaceptable

Los entrevistados afirmaron que el problema principal es que la AAA pierde el 58% del agua que produce, que equivale a 292 millones de galones diarios.

Según la AAA, 250 millones de galones corresponden a pérdidas físicas (salideros, desbordes de tanques, tuberías rotas, etc.) y los restantes 42 millones de galones, a pérdidas comerciales (hurto, errores en los medidores o en el manejo de datos, contadores viejos y agua que está autorizada, pero no se factura, como los hidrantes).

En términos de cómo se afectan los clientes con tanta pérdida, la AAA especificó que 3,495 abonados tienen lo que se conoce como “servicio deficiente”, es decir, que experimentan interrupciones, al menos, tres veces en semana.

El estándar mundial de pérdida en un sistema de distribución de agua, dijeron Alicea y Soderberg, oscila entre 15% y 17%.

“Si bajáramos las pérdidas a un 17%, tendríamos disponible el equivalente a 2.5 veces lo que produce Carraízo diariamente y no habría necesidad de pensar en embalses adicionales”, ilustró Soderberg.

Aponte añadió que, en sistemas como el de Madrid, España, la pérdida es de apenas 3%, porque la ciudad destina anualmente entre $200 millones y $300 millones para el reemplazo y mantenimiento de la infraestructura de transmisión y distribución (tuberías). Urgió, por lo tanto, a priorizar la inversión local en esa dirección.

“Hay que resolver el problema de las pérdidas en el sistema. Es una operación ineficiente los 365 días del año, que tienen un costo para la Autoridad por los ingresos que no llegan, pero también para los clientes, que pagan esa ineficiencia en la factura”, dijo Aponte.

El presidente electo de la Puerto Rico Water & Environment Association, Héctor Julián Camareno, indicó que, una vez la AAA resuelva su problema de pérdida de agua, opciones como el dragado de los embalses tendrían mejores resultados.

La propia AAA reconoció, en febrero de 2019, que los embalses perdieron –en promedio– un 10% de su capacidad de almacenamiento debido a la sedimentación causada por el huracán María. En algunos lagos, la pérdida habría sido mayor a raíz de las enormes cantidades de sedimentos que arrastraron las escorrentías de lluvia en los días posteriores al ciclón.

“El dragado es un elemento crítico en esta situación. Si tuviéramos mayor capacidad en los lagos, no estaríamos enfrentando racionamientos. Pero es una opción costosa, y la Autoridad tiene problemas financieros, así que lo que vemos ahora es el resultado de esa combinación”, dijo Camareno, al recordar que la AAA espera que la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias (FEMA) destine parte de los fondos de recuperación post-María a dragados.

Camareno y Soderberg agregaron que, para controlar la sedimentación en los embalses, también es necesario reforestar las cuencas hidrográficas. Según el Instituto Internacional de Dasonomía Tropical del Servicio Forestal federal, el huracán María destruyó 144 millones de árboles a su paso por la isla. Los árboles retienen sedimentos naturalmente.

Otra posibilidad es un proyecto de dragado constante, es decir, dejar máquinas en los embalses removiendo sedimentos continuamente.

Por último, los entrevistados advirtieron que ningún proyecto será suficiente si no viene acompañado de la responsabilidad social de consumir agua con moderación, pues se trata de un recurso finito.

LEA LA NOTICIA COMPLETA EL ElNuevoDia.com

Contáctanos