A sus 15 años, José Esteban López Maldonado posee una sabiduría que generalmente llega en la adultez, luego de múltiples experiencias de vida. Desde pequeño ha demostrado un peculiar interés por enseñar a otros su amor por la agricultura.
Primero, con la Hacienda Lírica, unas cuerdas de terreno que le regaló su padre, Carmelo López, en el barrio Limaní de Adjuntas, cuando tenía cuatro años. En esas tierras, José Esteban cultivó variedad de frutos, especialmente el café, y empleaba -al menos- a cinco vecinos para el recogido de la cosecha.
Pero su inquietud por la siembra se extendía a una visión comunitaria, donde pudiera compartir sus conocimientos con los vecinos, y todo aquel que dispusiera de algunas horas para aprender a sembrar.
“Llevo trabajando en la agricultura desde los cuatro años, gracias a la inspiración que me dieron mis papás, ya que ellos son agricultores. Y otra de las cosas que me ha inspirado es enseñar a otros jóvenes el arte de la agricultura, es que somos un país que producimos el 20% o menos de lo que consumimos”, destacó el hijo de Carmelo y Aida.
Así luchó para darle vida a un plantel escolar en desuso. Tocó puertas, llevó el mensaje a legisladores, empresarios y a todo a quien que le pudiera ayudar a lograrlo.
Hasta que en 2016 le entregaron la estructura que hoy día ocupa la Escuela Agrícola Esteban Bianchi Maldonado.
“La motivación de hacer la escuela aquí fue que los terrenos le pertenecían a mi abuelo, Esteban Bianchi Maldonado, y esto fue una hacienda de caficultura que llevaba 200 años funcionando. Pero con la gran depresión en Puerto Rico, pues cayó y la escuela aquí se quedó hasta hace 27 años atrás con la Liga Atlética Policíaca, luego estuvo abandonada”, resaltó el joven agricultor.
Lea la noticia en PrimeraHora.com