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La migración climática: el otro huracán que azotó a Puerto Rico

El éxodo poblacional que experimentó Puerto Rico después del huracán María, en 2017, fue un fenómeno multicausal en el que incidieron factores económicos y sociopolíticos. Sin embargo, igual pudiese calificarse como una migración climática.

Luego de María, 19 familias se mudaron del barrio Pezuela que se encuentra ubicado en la zona montañosa del municipio de Lares, a otros sectores, pueblos o jurisdicciones de Estados Unidos, según su líder comunitario y residente hace 72 años, José Ángel Ruiz Acevedo.

La partida de esas familias representó una pérdida del 12% de los 474 residentes contabilizados en Pezuela por el Censo (2010) –bajo el supuesto de que cada familia tenía tres integrantes que es el tamaño promedio familiar, en Lares, según el American Community Survey (2018)–. Esto significaría que la pérdida poblacional en Pezuela triplica la que se registró en el municipio con un 4.8% tras María, de acuerdo con el Annual Estimates of the Residents Population (2018).

En Puerto Rico, el huracán categoría cuatro ocasionó daños estimados en más de $100,000 millones. La Universidad de Harvard a través del estudio Mortality in Puerto Rico after Hurricane Maria publicado en el New England Journal of Medicine estimó que cerca de 4,645 personas fallecieron.

En Pezuela, la carretera más utilizada por los residentes para ir a la zona urbana de Lares se derrumbó días después del huracán. Meses luego, escombros de construcción y troncos obstruyeron tres alcantarillados de agua pluvial ocasionando que el terreno en el que se encontraban cediese y tres casas cayeran, relató Ruiz Acevedo.

El temor a que más carreteras se derrumben por fenómenos atmosféricos similares y por los alcantarillados que el gobierno todavía no ha arreglado alentó a que las familias emigraran. En las ocasiones en las que han estado incomunicados por los derrumbes, se les complica adquirir alimentos, medicamentos y servicios médicos, narró.

“Antes del huracán estábamos mejor que ahora”, expresó el líder comunitario. “A mi mamá tuvimos que sacarla porque las condiciones no son las mejores”.

A pesar de que no existe una definición concreta para migración climática, la historiadora y experta en migración de la Universidad de Cornell en Nueva York, María Cristina García Cepeda, mencionó que en el campo de estudio anglosajón se divide en dos términos: climate change-driven migration y environmental migration. La diferencia entre ambos es que “no toda la migración impulsada por el medioambiente está impulsada por el cambio climático”, aunque “en el futuro cercano será más y más difícil diferenciar entre los dos”.

La climate change-driven migration se da cuando el cambio climático trastoca de manera acelerada y permanente el entorno de una comunidad, indicó García Cepeda. La environmental migration surge cuando ocurre un fenómeno atmosférico.

El demógrafo y profesor de la Universidad de Penn State en Pennsylvania, Alexis Santos Lozada, explicó que en Puerto Rico —al igual que en el resto del mundo— los eventos ambientales siempre han tenido un impacto en los flujos migratorios. “Históricamente los huracanes lo que hacen es que causan un ciclo migratorio temporal”.

El Ash Center for Democratic Governance and Innovation de la Universidad de Harvard encontró en el estudio Tracking Relocation and Crowdsourced Mapping during Hurricane Maria que, de agosto de 2017 a febrero de 2018, unas 407,465 personas abandonaron Puerto Rico. No obstante, de esas, unos 359,813 regresaron y 47,652 establecieron residencia en alguno de los estados de los Estados Unidos. El estudio también descubrió que un 43 % de los puertorriqueños se mudó a Florida. Un 19 % adicional se mudó a Nueva York, un 7 % a Texas y un 6 % a Pennsylvania.

En este éxodo poblacional la relación política entre Estados Unidos y Puerto Rico incidió. El que los puertorriqueños cuenten con la ciudadanía estadounidense ha permitido que muchos tengan familias en los estados y comprar un pasaje sea más fácil y menos costoso, explicó Lozada.

El mal manejo gubernamental y las circunstancias sociales en Puerto Rico igual contribuyeron a la migración, dijo Fernando I. Rivera, sociólogo especializado en movimientos migratorios y fundador del Puerto Rico Research Hub de la Universidad Central de Florida. “El desastre lo creamos nosotros, no es que la tormenta sea la única causante”.

El planificador urbano y profesor de la Universidad de la Ciudad de Nueva York (conocida como “CUNY”), Edwin Meléndez Vélez, explicó que la solución para evitar sucesos similares en el futuro es mejorar la preparación y la coordinación ante emergencias ambientales.

Para mejorar la respuesta de los estados ante emergencias ambientales futuras, el planificador recalcó que se tienen que fortalecer y establecer vínculos con organizaciones sin fines de lucro para que puedan ofrecer servicios de manera efectiva.

Para mejorar la planificación urbana en Puerto Rico, recomendó que se apueste a las comunidades. “La tradición de solidaridad y movilización está ahí. Lo que falta es una movilización con las agencias de gobierno estatales y federales para que estos esfuerzos se den”.

Mientras parte de los expertos coincidieron en que es pronto para determinar si en Puerto Rico ocurrió una migración climática, otros dijeron que sucedió. En lo que sí todos coincidieron es que, ante el embate del cambio climático, la migración climática será un fenómeno para el cual el mundo entero deberá prepararse en los años venideros.

Por un lado, aseveró que “ahora se ve el rol crítico que tiene la planificación” en el desarrollo sostenido y responsable de la sociedad. “Especialmente con los planificadores que van a las comunidades a ayudarlas a tomar control de cómo se enfrentan a estos cambios climáticos y sociales”. Por el otro, mencionó que los estados que recibieron a los puertorriqueños después del huracán María enfrentaron retos administrativos y organizacionales al tener que ofrecer servicios educativos, de vivienda y de salud de golpe.

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