Cuando el huracán María cruzó la isla de Puerto Rico aquel 20 de septiembre de 2017, la organización Crearte ya atravesaba su propia crisis.

Los trabajadores de esta entidad -que atiende a niños y jóvenes entre los seis y 21 años que residen en comunidades de alto riesgo- llevaban un mes sin cobrar. Recién habían cerrado el año fiscal y esperaban por una respuesta a las propuestas sometidas que les permitirían allegar fondos y mantener las operaciones.

“Nosotros sí que estábamos mal. Ya habíamos usado nuestro fondo (de emergencias) y, de repente, llega el huracán”, recordó Brenda Santos, directora ejecutiva de CREARTE.

El personal se mantuvo trabajando sin la garantía de un sueldo, una vez retomaron los servicios tras el huracán. Las sedes de la organización en Río Piedras y Yabucoa se convirtieron en centros de acopio y, desde allí, sirvieron alimentos a miles de personas, gracias a los donativos que comenzaron a llegar de entidades aliadas.

“Muchas organizaciones sin fines de lucro, después del huracán, cerraron y otras están o pasaron en situaciones muy difíciles y, aún así, son las que hoy día atienden el resultado, no solamente de lo que ya estaba pasando, sino el resultado de una crisis social que hoy se está agudizando y de la que hablamos poco”, dijo Santos.

El tercer sector fue y sigue siendo uno de los pilares de la recuperación y reconstrucción del país. Sin embargo, su fortalecimiento se ha visto amenazado ante la crisis económica que vive la isla y que, por ende, mina los ingresos que reciben.

Con esto en mente, la Red de Fundaciones anunció la entrega de más de $1 millón a 14 organizaciones sin fines de lucro para que establezcan fondos de emergencias que les permitan responder con más agilidad y continuidad a situaciones inesperadas.

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