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Muestras del acuífero de AES lo confirman: más grave el daño de las cenizas

Escrito por: Omar Alfonso

A lo largo del 2021, las cenizas de carbón acumuladas por AES Puerto Rico en su solar industrial de Guayama transfirieron al subsuelo y el acuífero del área mezclas aún más tóxicas de molibdeno, selenio y litio, revela el más reciente análisis de calidad de agua subterránea pagado por la empresa.

Las muestras examinadas por la compañía DNA Environmental y divulgadas días atrás por la carbonera develan además que en uno de los pozos hincados junto a la montaña de cenizas la concentración de arsénico rebasó por segundo año consecutivo el doble del límite que la Agencia federal de Protección Ambiental (EPA en inglés) establece como “seguro” para cuerpos de agua.

A pesar de este último hallazgo, AES Puerto Rico no ha emitido una notificación pública sobre la anomalía, tanto en su informe oficial sobre el estado del acuífero como en la página web donde lo publicó, lo que constituye una violación a la norma federal que regula este desecho industrial, advirtió Lisa Evans, abogada senior de la organización de Derecho Ambiental Earthjustice.

“Peor aún, esta información es crítica para que el Plan de Remediación que evalúa la EPA corrija los daños causados al agua subterránea de Guayama y elimine eventualmente la contaminación que las cenizas han provocado, pero AES ni siquiera la menciona”, destacó Evans en entrevista con La Perla del Sur.

“Ese plan debe modificarse ahora”, puntualizó, “porque solo así podremos atender y corregir el nivel elevado de contaminación con arsénico”, continuó.

De acuerdo al análisis de DNA Environmental, muestras tomadas en el pozo de monitoreo Número 5 el pasado 4 de octubre arrojaron una lectura de 0.022 miligramos por litro de arsénico, de un límite máximo permitido por la EPA de 0.010. 

La misma concentración se reportó en ese pozo el 27 de octubre de 2020 y otra que igualmente excede el tope tolerado por la EPA -0.015 miligramos por litro- se registró el 23 de septiembre de 2019.

Los tres incumplimientos, sin embargo, no han sido señalados por oficiales de la EPA, ni tenido consecuencias.

La exposición a arsénico, uno de los elementos omnipresentes en las cenizas de carbón, puede provocar daños a la piel, los pulmones, el hígado y los riñones, además de ser perjudicial para el sistema cardiovascular y nervioso, establece la Agencia para Sustancias Tóxicas del Departamento de Salud federal.

Asimismo, tanto esa agencia como la EPA han determinado que el arsénico inorgánico es una sustancia carcinogénica en seres humanos.

Por otro lado, el análisis de calidad del agua subterránea del 2021 detectó en el pozo Número 4 -otro ubicado al costado sur del depósito de cenizas- una lectura de 0.98 miligramos por litro de molibdeno, cifra que rebasa 9.8 veces el estándar de salud federal y casi triplica la concentración identificada en el mismo pozo un año antes.

Catalogado como sustancia peligrosa por la Administración de Seguridad y Salud Ocupacional (OSHA en inglés) y el Instituto Nacional para la Seguridad y Salud Ocupacional (NIOSH), la exposición prolongada al molibdeno puede causar daños al hígado y riñones, al igual que afectar la salud reproductiva.

Asimismo, en octubre del 2021, una muestra del pozo de monitoreo Número 3 evidenció que la concentración de selenio casi quintuplicó el límite que la EPA considera “seguro” para cuerpos de agua.

Aunque el agua que se extrae de estos pozos no se emplea para consumo, su calidad es determinante para no alterar ni contaminar los ecosistemas de la Bahía Las Mareas y la Bahía de Jobos, dos recursos naturales ubicados gradiente abajo de la carbonera y a menos de un kilómetro de la planta.

“Sin embargo, no debemos perder de perspectiva que en numerosos lugares del sur de Puerto Rico existen desde hace más de una década depósitos de cenizas que llevan igual cantidad de tiempo contaminando el suelo y los acuíferos de la región, sin ninguna supervisión o monitoreo”, denunció Evans. “Y eso es algo inaceptable”.

“Yo resido en el estado de Massachusetts y si en mi comunidad identificáramos un problema similar, las autoridades no tardarían más de 24 horas en intervenir y proponer soluciones”, continuó.

Como han reseñado reportajes de La Perla del Sur y el Centro de Periodismo Investigativo, entre los años 2004 y 2011 AES Puerto Rico propició que sobre dos millones de toneladas de sus cenizas de carbón fueran utilizadas como relleno para la construcción de carreteras, urbanizaciones y centros comerciales en Guayama, Salinas, Arroyo, Santa Isabel y Coamo. En ninguno de estos lugares las cenizas se colocaron sobre barreras o liners para impedir que los tóxicos del desecho se desplazaran lentamente al subsuelo y depósitos del Acuífero del Sur.

El desecho tóxico también fue dispuesto en otros siete municipios del país, entre ellos, Dorado, San Juan, Toa Alta y Caguas, reconoció en el 2011 el ex vicepresidente de la compañía, Ron Rodrique.

Para ese propósito, AES contó con el aval de la Junta de Calidad Ambiental y el gobierno de Puerto Rico.

Con agravantes

Entretanto, Evans cuestionó las razones por las que AES Puerto Rico no ha publicado aún los resultados de las muestras obtenidas por DNA en los nueve pozos de monitoreo hincados al extremo sur de su solar industrial.

Según planteó, AES instaló los mismos en el año 2019 “con el fin de determinar la naturaleza y el alcance de la contaminación que se origina en su pila de cenizas de carbón, pero en violación a los requisitos que establece el reglamento de la EPA, desde el 2020 AES no ha informado los niveles de contaminantes en esos nueve pozos”.

“Esos pozos son los más alejados de la fuente de contaminación y están ubicados en el límite de la planta. También están ubicados en el límite norte del humedal que separa la planta de la bahía, por lo que los niveles de contaminantes en esos pozos son críticos para determinar cuánta contaminación fluye hacia los humedales y la bahía”, puntualizó Evans.

Sin embargo, para el doctor en Ecología Microbiana y catedrático de la Universidad de Puerto Rico en Mayagüez, Arturo Massol Deyá, los resultados del informe de calidad de agua subterránea del 2021 ya no dejan margen para dudas.

“Queda evidenciado que la mancha de contaminación está en proceso de expansión”, sentenció. 

“El daño al acuífero es grave y todo indica que será peor. La negligencia en el manejo de las cenizas sobre tierra -sin medidas de contención como las que se han exigido por años- es la responsable primaria de este desastre ambiental en desarrollo. Y la EPA tiene una responsabilidad mayor en exigir acciones urgentes de mitigación. El monitoreo del problema ya no es suficiente”, añadió.

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