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Nuestro océano profundo

Jorge Bauza

“Bajo el mar ocurren cosas que mis ojos han visto sin que mi mente pueda comprender”

Alejandro Magno (En su primera inmersión al fondo marino entre 356 y 323 antes de Cristo)

A todo el que le gusta el pescado frito, entomatado o en filete al horno, la expedición a bordo del buque Okeanos Explorer le va a interesar. Sucede que la Administración Nacional de Océanos y Atmósfera (NOAA) realizó el pasado mes de noviembre un viaje de exploración del mar profundo puertorriqueño. Bautizada con el nombre de Océano Profundo 2018, esta expedición pretendió, entre otras cosas, identificar y estudiar los lugares donde se encuentran los pargos de aguas profundas como el chillo (Lutjanus vivanus) y el acompañante manjar de nombre cartucho (Etelis oculatus).

La intención de la expedición es desarrollar planes y estrategias de manejo de las citadas especies y de esta forma garantizar su disponibilidad en las mesas. Ambas especies de pargo son de aguas muy profundas, de hecho, se logró capturar, por vez primera, imágenes del pez cartucho a 1,768 pies de profundidad. Pero, además de identificar las zonas preferidas por estos pargos, la expedición logró documentar en imágenes de alta resolución otras especies que, aunque no comestible, son fascinantes por su forma, color y conducta.

Jamás pensé que existieran criaturas psicodélicas en el fondo del mar puertorriqueño. Y es que así fue bautizada una medusa observada en aguas profundas de la Parguera en Lajas. Esta medusa de nombre Crossotea millsae, contiene tentáculos alrededor de su cuerpo de colores neón y se pasa dando brinquitos por el fondo marino, de arriba hacia abajo y de abajo hacia arriba para de pronto desaparece a toda velocidad en total psicosis. Observarla es una experiencia alucinante y eufórica. A la medusa psicodélica se le unieron una diversidad sorprendente de peces, corales y hasta estrellas de mar nuevas a la ciencia. Especies que desafían nuestra realidad y se adentran más al mundo de la imaginación y la fantasía. Todas en zonas profundas, oscuras y frías pues la luz del Sol jamás alcanza las profundidades del estudio (entre los 820 pies y 16,329 pies de profundidad).

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