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Paquita Gómez Torres y su compromiso con la niñez en la Fundación Ecológica Educativa

Por los últimos 22 años, Paquita Gómez Torres ha vivido “de satisfacción en satisfacción”, alimentándose espiritualmente de las risas y la felicidad que aportan los niños que llegan los talleres que ofrece la Fundación Ecológica Educativa, una organización sin fines de lucro, ubicada en medio del pulmón urbano que provee el Jardín Botánico de la Universidad de Puerto Rico (UPR), en Río Piedras.

“Yo vivo muy contenta con todo lo que hago”, afirma la directora ejecutiva a de la institución educativa, mientras enfatiza que su más grande alegría es ver que, eventualmente, esos mismos niños siguen una carrera en el arte, el teatro o la música, “gracias a esa semillita que se sembró con las clases y talleres sabatinos gratuitos” que allí se ofrecen.

De hecho, se enorgullece de que proveen experiencias culturales y educativas a niños y jóvenes de todos los pueblos de la isla. Pero, especialmente, a las comunidades más desaventajadas aledañas al Jardín Botánico y a familias que no tienen los medios para pagar esas clases. Menciona, además los tres cursos de lenguaje de señas -dos que se hacen de forma virtual a través de la plataforma Zoom-, y uno presencial que, a su juicio, también son ejemplos del rol de la Fundación en comunidades con necesidades especiales.

“Hace diez años quería ayudar en algo a la población sorda y surgió la idea de las clases. En ese momento se ofrecía un bachillerato de lenguaje de señas en la Universidad del Turabo y me llamaron para que los estudiantes vinieran a hacer la práctica. Desde entonces empezamos a educar a los niños”, añade con evidente orgullo Gómez, al resaltar el gozo que siente al aportar a mejorar la comunicación con esa población.

Es la misma institución que, hasta la llegada de la pandemia, también organizaba anualmente una actividad muy esperada por grandes y chicos y que atraía a mucho público: “Los niños celebran San Sebastián en el Jardín Botánico”, que se ofrecía a la par que las fiestas de San Juan. Al igual que el campamento de verano “Aventura en el Jardín Botánico” de los veranos.

Proyectos que, por el momento, están en pausa debido a que la administración de la UPR le escribió para decirle que las instalaciones donde realiza sus actividades se necesitan para alquilarlas.

“Nosotros sabemos que hay una crisis fiscal y la Universidad no es la excepción. A raíz de ese pedido, ahora estamos limitados de espacio para retomar el proyecto de los talleres sabatinos (porque ya no podrían usar el área del Merendero). Pero, por lo menos, (la estructura) en la Fundación y en el patio trasero (que se debe arreglar), se podría utilizar para dar algunas clases, aunque va a ser más difícil porque si hacen una actividad con música, va a afectar la atención de los niños”, señala Gómez, quien está a la espera de que le confirmen una reunión con la presidenta de la UPR, Mayra Olavarría.

“Nuestro interés en reunirnos con la nueva presidenta es proponerle trabajar en equipo para atraer fondos que beneficien al Jardín Botánico. Tenemos conocimiento de la cantidad de fondos federales que están llegando a Puerto Rico y en vista de la crisis fiscal que atraviesa la UPR, reiteramos nuestra disposición y compromiso de colaborar en esa gestión. Nuestro contrato responde a presidencia y esperamos poder explicarle lo que hacemos”, reitera la directora ejecutiva, mientras explica que la Fundación se nutre de donaciones privadas y propuestas que hacen a diferentes entidades.

“Queremos seguir impactando a los niños con desventajas económicas. Todos los niños son importantes, pero hay padres que pueden pagar una escuela de teatro o de arte. Pero el que no puede, es el niño que quiero aquí todos los sábados. Nosotros trabajamos mucho con los niños que viven alrededor del Jardín Botánico, como la barriada Venezuela o Buen Consejo”, agrega la ejecutiva, quien no pierde las esperanzas de que poder mantener los servicios, incluyendo el evento de dos días “Los niños celebran San Sebastián en el Jardín Botánico” y el campamento de verano.

Precisamente, Gómez destaca que el evento de dos días, que se hace simultánea con la fiestas de la calle San Sebastián, se les ocurrió a partir del interés de la Fundación en hacer algo para que los niños, en vez de irse al Viejo San Juan “donde están expuestos a unas cosas que realmente no son adecuadas para ellos”, puedan disfrutar de diversas actividades diseñadas para ellos.

“Hay música, talleres de pintura o de artesanías y actividades deportivas o recreativas, entre muchas otras. Hay una serie de eventos muy parecidos a lo que hay en San Juan, pero para niños”, explica Gómez.

Desarrollo integral de los niños

Un ejemplo de cómo se impacta la vida de los niños que asisten a los talleres y actividades de la Fundación Ecológica Educativa, es Brittany Medina Arzuaga, de trece años, quien llegó a la organización de la mano de su madre, Ruth Arzuaga Díaz, quien desde el principio también se convirtió en voluntaria en la organización.

“Venimos a los talleres sabatinos, tanto de teatro, arte, de siembra, reciclaje, entre otros”, comenta Arzuaga. Mientras que Brittany detalla la oportunidad que tiene de aprender en diversas actividades y de compartir con otros niños y niñas de su edad.

“Me gusta mucho dibujar y expresarme con los dibujos que hago. Pero también he aprendido muchas cosas más. Ha sido un experiencia muy positiva para mí, me encanta porque siempre aprendemos cosas nuevas”, agrega la joven.

Shajara Rivera, miembro de la Junta, resalta que estos talleres “impactan grandemente a la comunidad” porque se incorporan desde tan pequeños como los cuatro años a actividades que los ayudan en su desarrollo.

“Además, los niños pueden tomar los talleres junto con sus padres o familiares y es una dinámica muy diferente a la que se da en otros lugares. Los niños no solo tienen la experiencia del taller, sino también del ambiente de naturaleza en que se respira, que es cómodo y que da alegría”, afirma Rivera, quien cree que es el espacio ideal, al aire libre.

Y es que, además, a través de esas clases y actividades se fortalece la autoestima y se ayuda a desarrollar las habilidades artísticas de los niños, una de las mejores formas de ayudarlos en su desarrollo integral. Es lo que ha comprobado una y otra vez Gómez a lo largo de más de dos décadas, primero como voluntaria y luego como directora ejecutiva de la Fundación Ecológica Educativa.

“Hace 22 años comenzamos con el campamento de verano y hace 12, con los talleres sabatinos. Recibimos a los niños en el Merendero y, por lo regular, se llena de padres con sus hijos. Hemos pensado inclusive que tal vez ese es el único momento en que los padres pueden compartir con sus hijos dentro de un ambiente de paz, estrechando ese vínculo que es tan necesario para el desarrollo de la familia”, afirma Gómez, para resaltar que todos los sábados “tenemos casa llena”.

De hecho, dice que “haciendo un conteo por encima”, en el 2019 impactaron a más de 2,500 niños directamente con actividades gratuitas. Mientras que en la actividad de la fiesta de San Sebastián en el Jardín participan más de 3,000 niños, junto a sus padres.

“El apoyo de los padres y de los niños ha sido muy importante. Cuando un niño me dice que es el mejor campamento de su vida, su mejor experiencia, que le guarde un espacio para el próximo año; cuando me encuentro con padres que me dicen que su hijo siguió en la música, gracias a los talleres que tomó o que siguió una carrera en arte o teatro… Esa es la mejor recompensa”, afirma Gómez, mientras explica que los talleres sabatinos, además de ser educativos y de entretenimiento, funciona también como un programa de prevención.

“Es un tiempo que están aprendiendo sanamente, que complementa la educación académica, promueve la salud mental y le ofrece herramientas para desenvolverse en la sociedad”, agrega con el entusiasmo de alguien que ve los cambios que se dan en niños y jóvenes que participan. Es también, añade, “lo que nos motiva a todos nosotros a continuar y a pedir a las autoridades universitarias que le demos continuidad a este proyecto, que esto no se puede cancelar”.

“Nosotros estamos dispuestos, tenemos la energía, el equipo, gente que nos apoya, como los padres y los voluntarios, no nos falta nada. Falta solamente que nos dejen trabajar, que nos permitan ofrecer este servicio”, enfatiza Gómez, quien cree que la educación sobre el ambiente, el calentamiento global, el reciclaje y que los niños tengan contacto con la naturaleza es fundamental.

“Tengo mucho interés en que los niños se integren con la naturaleza. Está probado que el contacto con la naturaleza ayuda al desarrollo integral de los niños y de las familias. Yo siempre he querido que los niños aprendan a amar la tierra y a los recursos naturales y este es el lugar adecuado. Este es un espacio que le pertenece al pueblo de Puerto Rico, es el espacio para que vengan libremente y aprendan”, enfatiza la también educadora, quien cree que es importante educar a las nuevas generaciones sobre estos temas y que se les “inculque el amor por la tierra y de lo que podría pasar si no cuidamos el planeta”.

Es, de hecho, uno de los objetivos de la Fundación Ecológica Educativa desde sus inicios, tanto con el campamento de verano anual como en los talleres sabatinos. Según Gómez, es de las mejores oportunidades que tienen los niños y jóvenes para aprender sobre el cultivo de alimentos, los cuidados de la tierra, producir sus propios alimentos y sobre la buena nutrición. “Siempre procuro que haya por lo menos tres o más actividades que hablen de cultivo, calentamiento global, reciclaje, entre otros”.

Tanto Paquita Gómez, como su equipo -compuesto por padres voluntarios y una junta de directores (Fredes Rodríguez, Jaime Escudero Rivera, Shajara V. Rivera y Aracelis M. Delgado)-, saben de primera mano, que la labor que realizan en la Fundación es muy importante. Sobre todo, para los niños de familias que viven en comunidades en las que no tienen espacios para crecer.

Y es fácil entender por qué se pueden sentir felices en los predios de la institución. Es un entorno ideal para bajar el estrés y las tensiones de una urbe como es San Juan. Está a pasos del bullicio citadino, pero al entrar al Jardín Botánico, es como llegar a otra dimensión, un remanso de paz y tranquilidad, de sonidos de la naturaleza en su máxima expresión. Un pulmón verde en medio de la ciudad, con sobre 36,000 ejemplares de plantas, hermosas veredas tropicales y uno de los árboles más antiguos y grandes del mundo, el Baobab, una especie que custodia la Fundación Ecológica Educativa y que Paquita Gómez muestra con orgullo en el patio de la estructura.

“La idea de hacer estas actividades dentro del Jardín Botánico es con la intención de que los niños se eduquen sobre la importancia del ambiente, que tengan contacto con la naturaleza, con la tierra”, agrega Gómez.

Aracelis M. Delgado, miembro de la junta de directores, también destaca el trabajo voluntario que se hace allí y pone el ejemplo de reconocidos artistas que ofrecen sus servicios y que cobran lo poco que la Fundación puede ofrecerles. “Los artistas que vienen aquí son todos profesionales y no cobran lo que realmente vale su trabajo. Además, tenemos el trabajo de los voluntarios, padres y amigos, todos profesionales, que donan sus trabajo”.

Si quieres conocer un poco más sobre la labor de la Fundación Ecológica Educativa, visita su página en las redes sociales: https://www.facebook.com/fundacionecologicaeducativainc/. También puedes enviar un mensaje a: aventuraeneljardin@yahoo.com o llama al (787) 615-6678.

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