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Por un estudio científico sobre María, comprenden mejor cómo los huracanes pueden aumentar su intensidad

Instrumentos para estudiar los arrecifes de coral en La Parguera guardaban en su interior un “secreto”. Tras el paso del huracán Maria, registraron una serie de datos de alta resolución que pueden cambiar el modo en que se pronostican los sistemas de tormentas como los que han afectado a Puerto Rico históricamente. Esos “secretos” acaban de ser revelados. 

Clark Sherman es profesor de Ciencias Marinas de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayagüez, (UPRM) y uno de los científicos que formó parte de una investigación sobre corrientes marinas y su impacto en la potencia de los huracanes.

A casi cuatro años del paso del huracán María en Puerto Rico, un grupo de científicos del Servicio de Geología de Estados Unidos (USGS) y la UPRM -representada por Sherman- acaban de publicar un estudio que puede ser clave en el futuro a la hora de proteger la vida y la infraestructura de la Isla. 

En el verano de 2017, explica Sherman a EL VOCERO, unos instrumentos del USGS del Pacifico Central y del Centro de Ciencias Marinas de Santa Cruz, en California, fueron enviados a Isla Magueyes para ser utilizados en la plataforma insular y el talud frente a La Parguera y Guánica.

La Isla Magueyes donde funciona el Departamento de Ciencias Marinas de la UPR Mayagüez donde se desempeña Clark Sherman, uno de los científicos del estudio.

“La intención original era entender los movimientos de los sedimentos alrededor de los arrecifes y, en particular, cómo los sedimentos terrígenos que salen de la bahía de Guánica pueden llegar a los arrecifes de Guánica y La Parguera y afectarlos”, señaló Sherman. 

“Teníamos planificado extraer los instrumentos en octubre de 2017, pero todo eso cambió luego del paso del huracán María”, dijo. 

El paquete de instrumentos submarinos incluía un perfilador acústico de corrientes, un velocímetro acústico de corrientes y sensores de temperatura, salinidad y turbidez y fue desplegado a una profundidad unos 180 pies, frente a la costa de La Parguera, Puerto Rico. 

“No fue hasta enero de 2018 que pudimos ir al océano y no estábamos seguros de si íbamos a encontrar algunos instrumentos allí”, agregó. Pero los instrumentos no sólo sobrevivieron a las fauces de Maria, sino que guardaban en su interior los registros bajo el agua del paso del huracán.

Imagen de archivo del muelle de Isla Magueyes donde comenzó la investigación sobre las corrientes marinas y el huracán.

Cuando los analizaron, descubrieron que los instrumentos habían capturado datos submarinos inusuales de alta resolución. La dinámica costera de aguas submarinas que detectaron los científicos no podría haber sido registrada por plataformas de superficie más habituales como las boyas o los satélites. Por eso, el descubrimiento es tan importante. 

La investigación acaba de ser publicada en la revista científica Science Advances y revela cómo la combinación de fuertes vientos huracanados y la plataforma oceánica empinada de la Isla pudo generar corrientes submarinas que mantienen la superficie del océano caliente, proporcionando mayor energía a los sistemas de tormentas y huracanes. 

“Normalmente, a medida que los fuertes vientos y las olas de la tormenta agitan el océano, esperaríamos ver que el agua del océano se enfría. Por eso nos sorprendió que no fuera así: la capa superficial del océano se mantuvo muy caliente durante la parte más fuerte de la tormenta. Siempre que la superficie del océano se mantiene caliente, es una pista de que el huracán podría fortalecerse, porque gran parte de la energía de un huracán proviene del calor del océano”, explicaron Sherman y Olivia Cheriton, oceanógrafa del USGS y autora principal del estudio científico.

“Éste es un hallazgo importante, porque las aguas más calientes en la superficie proveen más energía para las tormentas”, dijo Cheriton, por su parte, al hacer público el estudio.

La forma empinada de la plataforma costera de Puerto Rico impidió que el agua submarina más fría se mezclara con el agua más caliente de la superficie, y eso hizo que el huracán María fuera más poderoso.

Mapa del área que investigaron los científicos en Guánica.

“En nuestro lugar de estudio, los vientos del huracán (antes de que pasara el ojo) estaban empujando el agua de la superficie lejos de la isla – esto creó algo parecido a una manguera de agua que salía de la plataforma sobre aguas más profundas (de la superficie a la plataforma, moviéndose a casi un metro por segundo). Esta rápida corriente de agua superficial caliente que salía de la plataforma actuó como un techo, impidiendo que el agua más profunda del océano saliera a la superficie”, dijeron Sherman y Cheriton.

¿Pero cuánto más fuerte fue María por este efecto manguera? En un punto, hasta un 65% más. 

“El 65% representa la contribución en el lugar de estudio, pero no debe interpretarse como un efecto global en todo el huracán. Las observaciones [científicas] tienen un alcance limitado. En nuestro caso, nos limitamos a una zona relativamente pequeña de la costa -una huella muy pequeña bajo una tormenta enorme-, por lo que aún no podemos decir con seguridad en qué medida las aguas oceánicas anómalamente cálidas contribuyeron a la intensidad global de la tormenta”.

A pesar de ello, comprender cómo cambia la temperatura estructural del océano en respuesta a las fuerzas de un huracán es fundamental para poder pronosticar con precisión las intensidades de las tormentas extremas. 

“Mientras la investigación sobre huracanes a lo largo de Estados Unidos continental sigue avanzando, menos se sabe sobre la interacción de los huracanes con pequeñas islas, cuyas comunidades son vulnerables al impacto de huracanes”, dijo por su parte Curt Storlazzi, geólogo investigador del USGS y otro de los científicos del estudio.

Imagen del cartel en el muelle frente a Isla Magueyes de la Universidad de Puerto Rico, Recinto de Mayagüez. 

El siguiente paso para estos científicos, “es desarrollar modelos aire-mar de muy alta resolución que puedan resolver complejos procesos cercanos a la costa como los que hemos observado. Una vez que tengamos esos modelos, podremos empezar a incorporar esa dinámica a las previsiones”, en palabras de Sherman y Cheriton.

La información de este estudio podría ser aplicable a las miles de islas en los océanos tropicales del mundo que sufren el impacto de tormentas extremas y podría ser utilizada por una amplia variedad de investigadores y expertos en emergencias que trabajan en prever el impacto de los huracanes en las comunidades costeras.

Actualmente, los cambios estructurales de temperatura del océano no se tienen en cuenta en las simulaciones de modelos de huracanes, pero esta investigación demuestra que estos cambios pueden controlar tanto la intensidad como la dirección de un sistema de tormentas. Y abren la puerta a que estos datos se tomen en cuenta en el futuro y se puedan realizar pronósticos mucho más certeros, se salven más vidas y se protejan más los bienes materiales.

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