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Proteger el planeta para reducir las olas de calor

El drástico aumento de la temperatura en Puerto Rico es señal clara de la magnitud del calentamiento global y reflejo de la urgencia de que los ciudadanos, el gobierno, los comercios y las industrias pongan en vigor medidas de mitigación inmediatas y a largo plazo.

Para que nuestro país avance hacia ese objetivo, es preciso afinar una política pública que promueva y facilite mayores iniciativas de conservación y recuperación de los recursos naturales. Es preciso erradicar prácticas que perjudican al ambiente.

La estrategia de país requiere la modificación de las conductas ciudadanas en lo que respecta a la emisión de desperdicios sólidos, el reúso y reciclaje de residuos, y la adopción de comportamientos ecológicamente sostenibles, entre otros aspectos de relevancia mayor.

El Servicio Nacional de Meteorología informó que la temperatura mínima en San Juan durante la noche del 23 de agosto empató el récord de 82 grados Fahrenheit establecido en 1918, lo que implica que ha sido la más caliente en 103 años. Al mismo tiempo, científicos señalan que la ola de calor, que se replica con variantes en otras regiones del planeta, persistirá a corto plazo.

El aumento de la temperatura en el trópico se asocia a la formación más frecuente de ciclones, incluidos los de fuerza extrema. El incremento del calor es un mensaje reiterado sobre la necesidad de estar preparados para afrontar, en cualquier momento, el impacto directo o indirecto de una tormenta o huracán.

El alza de la temperatura, por otro lado, se asocia a sequías que reducen sustancialmente el flujo de los ríos y los niveles de agua en los embalses. En tal sentido, es de gran importancia proteger los abastos de agua y usarla de forma prudente. En esa gestión será clave la renovación de la infraestructura de agua potable, cuya deficiencia propicia la pérdida de miles de galones a diario. El resultado es que se malogra el suministro del 55% del agua procesada en las plantas de filtración de la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados.

Ante el marcado calentamiento global, será determinante que no queden relegados los proyectos de mejoramiento de embalses y de protección agresiva de las cuencas hidrográficas de Puerto Rico. Es imperioso que el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales cumpla sus misiones conservacionistas. Corresponde a esa agencia realizar rigurosas vigilancias preventivas para identificar y sancionar prácticas que contaminan los cuerpos de agua y otros recursos preciados.

La Administración Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos anticipó que es probable que 2021 figure entre los 10 años más calientes en la historia del planeta Tierra. Mientras, el Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de las Naciones Unidas advirtió este mes que muchos de los cambios observados en el comportamiento climático no tienen precedentes y que el alza del nivel del mar, con impacto directo en las islas, es irreversible.

Esa proyección debe conducir, entre otras iniciativas prioritarias, a que Puerto Rico agilice su reforestación. El huracán María destruyó 144 millones de árboles. Sin embargo, a casi cuatro años del evento no hay avance significativo en la recuperación de la flora. Al esfuerzo debe sumarse la participación ciudadana y de la empresa privada, para que la siembra de árboles no se limite a gestiones del gobierno y de entidades ambientalistas.

Las sofocantes temperaturas que experimentamos es un recordatorio de que no podemos seguir ignorando que el desequilibrio ambiental nos impacta como planeta, país e individuo. Es vital que cada ciudadano, al igual que los gobiernos y el sector privado, cumpla fielmente con las leyes ambientales. Ignorar y prolongar prácticas dañinas al ambiente acelera la inseguridad planetaria. Es momento de actuar para comenzar a restablecer el equilibrio y estabilidad de nuestro único hábitat.

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