Una abandonada estación de bombeo en la urbanización Parque de Miramontes en Peñuelas ha descargado miles de galones de aguas sanitarias hacia una quebrada cercana que desemboca en el sistema de cuevas manantiales El Convento en Peñuelas, trascendió esta semana a La Perla del Sur.
La situación, empero, ocurre impunemente desde antes del paso del huracán María por la isla (2017), en total menosprecio a la salud de miles de residentes y el sensitivo ecosistema de El Convento.
Incluso, su gravedad ha sido ignorada por las autoridades locales y las agencias reguladoras, a pesar de que las descargas fluyen sin control a menos de 150 metros de viviendas habitadas.
“Esto es un crimen ambiental que lleva años impune. Es inconcebible que esto siga pasando”, denunció José Manuel Díaz Pérez, presidente de la Sociedad Espeleológica Unida del Sur.
“Estamos hablando del derrame de miles de galones de aguas negras al día. Cientos de miles de galones desde que esto comenzó”, continuó. “Ahora mismo, la quebrada Los Cedros es literalmente una quebrada de aguas negras”.
“El sistema de cuevas, que se está afectando diariamente, es un área ecológicamente sensitiva y que tiene un valor incalculable”, añadió.
Además de la pestilencia y riesgos que conllevan estas descargas, Díaz Pérez advirtió que la acumulación de aguas sanitarias podría convertir la zona en un criadero de mosquitos de dengue, ampliando aún más el riesgo de salud que representa para las comunidades cercanas.
“Esto no solamente es una situación ambiental, es un problema de salud pública, porque se está poniendo en riesgo la salud de las comunidades cercanas, entiéndase la urbanización Parque de Miramontes, las parcelas de Santo Domingo II y los residentes del sector El Sumidero”, agregó el líder comunitario.
Crisis advertida
Según explicó Díaz Pérez, la pestilente estación de bombeo –escondida ahora entre maleza y desperdicios- fue construida como parte de la urbanización, pero su mantenimiento se abandonó tan pronto su desarrollador se retiró del proyecto.
La urbanización fue construida en la década del 2000, a pesar de la oposición de las comunidades cercanas y la comunidad ecológica, quienes advirtieron las consecuencias ambientales y para la salud del proyecto.
“Esta urbanización se construyó en la zona de captación hidrológica del único sistema de cuevas con ríos subterráneas en el sur de la isla. Y esto se hizo con el visto bueno del gobierno”, explicó Díaz Pérez.
“Una de las cosas que advertimos es que eventualmente el contratista se iba a ir e iba a dejar a su suerte la estación de bombeo de aguas usadas. Al marcharse del lugar, abandonó hace muchísimo tiempo la estación de bombeo y al no darse el mantenimiento, vemos el desborde de aguas negras, directamente a la quebrada Los Cedros”, abundó.
“¿A quien en su sano juicio se le ocurrió dar el permiso para hacer una urbanización encima de un área de captación hidrológica?”, cuestionó. “Pues en Peñuelas se dio, con el aval de la Junta de Calidad Ambiental, y ahora se está cosechando lo que se sembró en esa época, que es el desastre ambiental que se está viviendo en Parque de Miramontes”. añadió.
¿También cómplices?
Por otro lado, Díaz Pérez lamentó que los reclamos para que se frene la contaminación han caído en oídos sordos.
“¿Quién tiene la responsabilidad del mantenimiento de esa estación de bombeo? ¿Es el desarrollador de la urbanización? ¿Es el banco que continuó vendiendo casas en la última sección de la urbanización que abrieron? ¿Es la Autoridad de Acueductos y Alcantarillados o es el Municipio de Peñuelas? A estas alturas, no lo sabemos”, sostuvo Díaz Pérez.
“Hay que llevar las acciones pertinentes sobre los responsables de esto, porque es un crimen ambiental lo que está sucediendo allí”, añadió.
Al cierre de esta edición, la Sociedad Espeleológica Unida del Sur se mantenía a la espera de una respuesta del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) y del alcalde Gregory Gonsález Souchet. Asimismo, por reacciones de la Agencia federal de Protección Ambiental (EPA, en inglés).
“Hay que hacer un programa de mitigación en dos fases. Primero, estudiar el alcance del efecto que ha tenido esta descarga de cientos de miles de galones de aguas usadas en el ecosistema de las cuevas y humedales. Segundo, hay que ver cuál va a ser el plan para atender ese daño que ya se ha hecho”, continuó.
“El temor que tenemos es que ahora todos empiecen a pasarse la ‘papa caliente’ y a la larga no pase nada”, sentenció.
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