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Jóvenes adquieren vivencias enriquecedoras en Hacienda Buena Vista

A sólo minutos de reencontrarse con sus padres, los 20 participantes del Taller de Inmersión de Para la Naturaleza se reunieron este viernes entre los espacios verdes y las montañas de la antigua Hacienda Buena Vista en Ponce para compartir sus mejores experiencias.

Mientras recordaban lo aprendido y cuánto disfrutaron en esos cinco días de taller residencial, los niños entre 9 a 12 años se abrazaban entre sí, reían y hasta sollozaban por no querer alejarse de la hacienda, ni de sus nuevos colegas de la naturaleza.

Juntos conocieron la historia de la hacienda, aprendieron sobre la pesca, los beneficios de las plantas medicinales y, los efectos que trae el cambio climático y la contaminación lumínica a nuestro entorno. Durante su visita a Punta Ballena y el Bosque Seco, los niños estudiaron el hábitat marino y el humedal.

En la noche, caminaron los senderos de la hacienda para disfrutar de los sonidos de la naturaleza y conocer mejor la flora y la fauna del lugar.  Además, tuvieron contacto directo con tortugas marinas y conocieron sobre el cultivo del cacao en el huerto comunitario de Marueño.

“¡Papi, el cacao es súper agrio!”, soltó Javier Jiménez, uno de los participantes del taller, tan pronto vio a su papá. De hecho, una de las cosas que más disfrutó Javier fue la limpieza de playas porque sintió que por lo menos había salvado de la contaminación “a uno o dos pezcaítos”.

Kevin y Kiara Arroyo no se pierden ni un solo Taller de Inmersión. Kiara ha asistido a dos y Kevin lleva cuatro talleres tomados. La mamá de ambos, Yadira Abreu, es testigo de todo lo que han aprendido y cuánto disfrutan de estos talleres residenciales.

“He visto el cambio en ellos. En cómo aprecian la naturaleza y de cómo son capases de llevar lo que aprenden a otras personas. Ellos han estado hablándome todo un año de lo que aprendieron en un solo taller. Lo que aprenden les dura. Hasta le hicieron una presentación a los tíos de lo que aprendieron. Veo el fruto en ellos y lo mucho que se divirtieron”, aseguró Abreu.

Por su parte, Ana Esmurria se enamoró del Taller de Inmersión desde que era pequeña. Ahora, con 22 años y a meses de culminar su bachillerato en Empresarismo Turístico, es una de las líderes con más experiencia en el taller que ofrece Para la Naturaleza varias veces al año.

Cabe destacar que todos los líderes que forman parte del Taller de Inmersión son exparticipantes claves de estos talleres.

“Estos talleres me han ayudado muchísimo en tantas cosas. Me han ayudado en mis clases, en cómo manejar grupos grandes de niños y jóvenes y hasta en cómo expresarme. A veces los profesores me preguntan ‘¿cómo tu tienes conocimiento de eso?’, y lo sé gracias a los talleres”, dijo Esmurria, quien desea ser guía turística tan pronto se gradúe de la Pontificia Universidad Católica de Ponce.

Entre el silencio que distingue a la histórica hacienda, que se construyó a mediados del 1833 por una familia venezolana, durante toda la actividad de cierre se escuchaba a los participantes soltar frases como: “aquí fue que aprendí a pescar”, “¡este taller ha sido el mejor!” y “¡yo quiero ser líder de los talleres!”.

Al finalizar el evento, los participantes y sus padres se juntaron para sembrar dos árboles de retama san josé en la Hacienda Buena Vista. Esto como parte de un acto simbólico para reforzar el compromiso del programa Hábitat, cuyo propósito es apoyar la recuperación ecológica de nuestros hábitats tras el paso del huracán María con la siembra de 750,000 árboles endémicos en un periodo de siete años.

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